El pasado 28 de marzo, en un tribunal de justicia de Honolulu, Hawai, se presentó una denuncia insólita. Los demandantes, el norteamericano Walter L. Wagner y el español Luis Sancho, esperaban paralizar la próxima inauguración de un gigantesco proyecto científico: el LHC o Gran Colisionador de Hadrones. Según sus razones, el día que se encienda el interruptor, la realidad dejará de existir, como si pulsáramos el botón de off del televisor.
El LHC constituye un ambicioso programa científico auspiciado por el CERN , la Organización Europea para la Investigación Nuclear. Se trata de un túnel de 27 kilómetros de longitud, situado entre Francia y Suiza. Si quisiéramos recorrerlo a pie, tardaríamos unas cuatro horas.
El Gran Colisionador de Hadrones constituye un acelerador de partículas. Es decir, a través de este kilométrico túnel van circular partículas subatómicas, a velocidades cercanas a la luz, para provocar que colisionen entre ellas. Estos choques entre protones permitirán estudiar procesos físicos de gran importancia.
Por ejemplo, se podrá constatar la existencia de partículas hipotéticas como el bosón de Higgs. Esta micropartícula se considera una especie de santo grial de la Física de partículas. Su hallazgo permitiría rellenar huecos en algunas teorías y llevarnos a la tan deseada “unificación de la Física” que nos daría una visión continuada y completa de la realidad.
Se podrá estudiar la enigmática naturaleza de la masa. Algo que en la vida cotidiana consideramos tan mundano (tanto que no reparamos en ello cuando en el mercado pedimos doscientos gramos de mortadela), en el campo de la Física Cuántica tiene un interés capital. Los científicos se preguntan por qué los protones tienen la masa que tienen. Si hubiera sido otra, nosotros no existiríamos para plantearnos estas cuestiones. De hecho, el Universo sería otra cosa bien distinta a lo que conocemos ahora.
Existe la posibilidad de que en las entrañas del CERN, aparezca, como por arte de magia, alguna partícula exótica. Incluso, que las mediciones que se lleven a cabo arrojen algo de luz sobre la tan misteriosa materia oscura. Ésta constituye el 95% del Universo. Está por todas partes y no tenemos ni idea de por qué está compuesta. Y es que vivimos en medio de un mar de incertidumbre…
Otras posibilidades potenciales del LHC hablan de registrar otras dimensiones aparte de las ya conocidas, tal y cómo predice la controvertida Teoría de Cuerdas, o plantar la semilla de los futuros viajes en el tiempo… Fascinante.
Sin embargo, todo parece tener un precio. Los denunciantes de Honolulu, Wagner y Sancho, afirman que las medidas de seguridad no serán las suficientes en el momento en que el LHC empiece a trabajar, previsiblemente este próximo otoño. Creen que las enormes energías que se desarrollarán, como consecuencia de las colisiones de partículas a altas velocidades, podrían desatar algún fenómeno de la naturaleza no previsto o desconocido. Todo apuntaría a la aparición, en el laboratorio, de un microagujero negro.
Se piensa que, en el Universo, los agujeros negros son la consecuencia de procesos altamente energéticos, como el colapso de una estrella muy masiva o los restos de una hipernova. En un laboratorio, podría repetirse. Según algunos críticos del LHC, si tuviera lugar este microagujero negro, engulliría a toda la Tierra. Un astronauta que estuviera en la Estación Espacial Internacional vería desaparecer a nuestro planeta. En su lugar, tan sólo quedaría un minúsculo agujero negro.
Para poner fin a tanta especulación, los responsables del CERN han encargado un estudio sobre seguridad a cinco científicos. Este informe viene a ser una extensión de otro desarrollado en 2003 y que básicamente llega a las mismas conclusiones. Descarta cualquier peligro para la Tierra, derivado de las experiencias en el LHC.
Un agujero negro no tendrá lugar el acelerador de partículas, sencillamente, porque aún no ha tenido lugar un fenómeno semejante en relación a otros procesos que implican mayores cantidades de energía en nuestro planeta. Hablaríamos por ejemplo de los potentes rayos cósmicos que, provenientes de rincones muy lejanos del espacio, colisionan a diario con nuestra atmósfera. Ello lleva sucediendo millones de años…y nada ha pasado.
En palabras de los propios responsables del proyecto: “en el LHC no ocurrirá nada que no haya pasado ya en la historia de la Tierra”
En cualquier caso, nos queda poco tiempo para salir de dudas. El LHC entrará en funcionamiento en noviembre. El día que arranque, entrarán en juego energías nunca desarrolladas anteriormente por el hombre. Se alcanzarán temperaturas de cientos de miles de veces la de nuestro sol, todo ello, paradójicamente, en un entorno de frío absoluto (273 ºC). Ello será posible en un ambiente de vacío extremo. Posiblemente, el LHC constituya, a partir de ese momento, el lugar más vacío del sistema solar. Ya lo llaman ultravacío.
A partir de entonces, mientras una parte del mundo duerme y otra se levanta para ir a trabajar, en un lugar de Europa se estarán reproduciendo los primeros segundos de vida del Universo. Estaremos dando nuestros primeros pasos para conocer o crear otras realidades.
Publicado en La Gaceta de Canarias
Hector Fajardo
Alfonso Ferrer
El LHC constituye un ambicioso programa científico auspiciado por el CERN , la Organización Europea para la Investigación Nuclear. Se trata de un túnel de 27 kilómetros de longitud, situado entre Francia y Suiza. Si quisiéramos recorrerlo a pie, tardaríamos unas cuatro horas.
El Gran Colisionador de Hadrones constituye un acelerador de partículas. Es decir, a través de este kilométrico túnel van circular partículas subatómicas, a velocidades cercanas a la luz, para provocar que colisionen entre ellas. Estos choques entre protones permitirán estudiar procesos físicos de gran importancia.
Por ejemplo, se podrá constatar la existencia de partículas hipotéticas como el bosón de Higgs. Esta micropartícula se considera una especie de santo grial de la Física de partículas. Su hallazgo permitiría rellenar huecos en algunas teorías y llevarnos a la tan deseada “unificación de la Física” que nos daría una visión continuada y completa de la realidad.
Se podrá estudiar la enigmática naturaleza de la masa. Algo que en la vida cotidiana consideramos tan mundano (tanto que no reparamos en ello cuando en el mercado pedimos doscientos gramos de mortadela), en el campo de la Física Cuántica tiene un interés capital. Los científicos se preguntan por qué los protones tienen la masa que tienen. Si hubiera sido otra, nosotros no existiríamos para plantearnos estas cuestiones. De hecho, el Universo sería otra cosa bien distinta a lo que conocemos ahora.
Existe la posibilidad de que en las entrañas del CERN, aparezca, como por arte de magia, alguna partícula exótica. Incluso, que las mediciones que se lleven a cabo arrojen algo de luz sobre la tan misteriosa materia oscura. Ésta constituye el 95% del Universo. Está por todas partes y no tenemos ni idea de por qué está compuesta. Y es que vivimos en medio de un mar de incertidumbre…
Otras posibilidades potenciales del LHC hablan de registrar otras dimensiones aparte de las ya conocidas, tal y cómo predice la controvertida Teoría de Cuerdas, o plantar la semilla de los futuros viajes en el tiempo… Fascinante.
Sin embargo, todo parece tener un precio. Los denunciantes de Honolulu, Wagner y Sancho, afirman que las medidas de seguridad no serán las suficientes en el momento en que el LHC empiece a trabajar, previsiblemente este próximo otoño. Creen que las enormes energías que se desarrollarán, como consecuencia de las colisiones de partículas a altas velocidades, podrían desatar algún fenómeno de la naturaleza no previsto o desconocido. Todo apuntaría a la aparición, en el laboratorio, de un microagujero negro.
Se piensa que, en el Universo, los agujeros negros son la consecuencia de procesos altamente energéticos, como el colapso de una estrella muy masiva o los restos de una hipernova. En un laboratorio, podría repetirse. Según algunos críticos del LHC, si tuviera lugar este microagujero negro, engulliría a toda la Tierra. Un astronauta que estuviera en la Estación Espacial Internacional vería desaparecer a nuestro planeta. En su lugar, tan sólo quedaría un minúsculo agujero negro.
Para poner fin a tanta especulación, los responsables del CERN han encargado un estudio sobre seguridad a cinco científicos. Este informe viene a ser una extensión de otro desarrollado en 2003 y que básicamente llega a las mismas conclusiones. Descarta cualquier peligro para la Tierra, derivado de las experiencias en el LHC.
Un agujero negro no tendrá lugar el acelerador de partículas, sencillamente, porque aún no ha tenido lugar un fenómeno semejante en relación a otros procesos que implican mayores cantidades de energía en nuestro planeta. Hablaríamos por ejemplo de los potentes rayos cósmicos que, provenientes de rincones muy lejanos del espacio, colisionan a diario con nuestra atmósfera. Ello lleva sucediendo millones de años…y nada ha pasado.
En palabras de los propios responsables del proyecto: “en el LHC no ocurrirá nada que no haya pasado ya en la historia de la Tierra”
En cualquier caso, nos queda poco tiempo para salir de dudas. El LHC entrará en funcionamiento en noviembre. El día que arranque, entrarán en juego energías nunca desarrolladas anteriormente por el hombre. Se alcanzarán temperaturas de cientos de miles de veces la de nuestro sol, todo ello, paradójicamente, en un entorno de frío absoluto (273 ºC). Ello será posible en un ambiente de vacío extremo. Posiblemente, el LHC constituya, a partir de ese momento, el lugar más vacío del sistema solar. Ya lo llaman ultravacío.
A partir de entonces, mientras una parte del mundo duerme y otra se levanta para ir a trabajar, en un lugar de Europa se estarán reproduciendo los primeros segundos de vida del Universo. Estaremos dando nuestros primeros pasos para conocer o crear otras realidades.
Publicado en La Gaceta de Canarias
Hector Fajardo
Alfonso Ferrer
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