Los avistamientos de ovnis que vienen apoyados por un
registro de radar suelen presentarse como una prueba incuestionable de que algo
extraño se mueve en nuestros cielos. Este tipo de registros permite consolidar
argumentos sobre la existencia de anomalías en el espacio aéreo ya que
proporciona uno de de los elementos de los que suele adolecer generalmente la
ufología: una prueba objetiva.
El radar habla de un objeto físico no identificado que se
mueve por el aire a velocidades, en ocasiones, muy superiores a las que
correspondería a una aeronave convencional. No es de extrañar, por tanto, que
este tipo de sucesos suelen ser presentados como casos perfectos e
irrebatibles. Aunque los radares, como cualquier otra máquina, también pueden
fallar y el hombre, el que le da sentido a los fríos registros expresados a
través de una pantalla, no cabe duda de que también.
Un ovni sobrevuela el
buque Manuel Soto
En Canarias, hemos tenido numerosísimos casos de registros
radar de ecos no identificados. Algunos de ellos merecen ser analizados, ya que llegan a provocar la salida de cazas de combate en
misión de scramble, o interceptación
de un intruso en el espacio aéreo nacional. Hemos de subrayar que una misión de este tipo resulta
costosísima y, por tanto, ha de estar bien avalada por las evidencias
disponibles.
Hace ya 20 años, inmersos aún en pleno proceso de
desclasificación de documentos ovni por parte del Ejército del Aire, el
investigador Manuel Carballal había publicado en la revista Más Allá (1) un
artículo en el que daba a conocer un listado de 27 ecos no identificados por
radares militares situados en Canarias. En cada registro, se acompañaba una
escueta descripción de los tráficos detectados, dejando entrever lo
espectacular de algunos de estos sucesos.
Carballal logró el informe gracias al contacto con un
observador del Ejército del Aire en la Base Aérea de Gando (Gran Canaria), que se lo
habría entregado con la condición de no desvelar las identidades de los
oficiales implicados en cada caso. Éstos tenían su origen en los libros de
actas del Centro de Radares.
El encuentro con un ovni del buque Manuel Soto fue portada en el Diario de Avisos |
Posteriormente, y como consecuencia de la publicación del
citado artículo, se activó un proceso de búsqueda por parte del MOA (Mando
Operativo Aéreo), que pidió estos informes al Mando Aéreo de Canarias para su
posterior desclasificación y puesta a disposición del público en julio de 1997.
Hemos podido desarrollar uno de estos casos, gracias la
información disponible en las hemerotecas (en este caso, gracias a las
gestiones de Ricardo Campo). Según podemos leer en el listado de casos
ovni-radar, el 24 de agosto de 1977, el Escuadrón de Vigilancia Aérea número 8,
en Pico de las Nieves (Gran Canaria), detectó un eco no identificado, a las
2,40 horas, 22
kilómetros al norte.
Esa era la breve reseña de la que disponíamos. No había más
información. Sin embargo, la prensa de la época se hacía eco de un extraño
suceso ocurrido “días antes” en el buque Manuel Soto (2), cuando se dirigía
desde Cádiz hacia Tenerife. Esa madrugada, según podemos leer en periódicos
como Diario de Avisos y Diario de Las Palmas, con fecha del 31 de agosto de 1977, “un oficial de guardia en el
puente y algunos marineros de servicio en aquellos momentos” observaron un
objeto luminoso, que emitía “destellos amarillos”, y que sobrevoló el barco. El
ovni afectó, según leemos en la prensa, a los aparatos electrónicos del buque
durante unos instantes hasta que desapareció de la vista, al cabo de unos
segundos, volviendo todo a la normalidad,
¿Fue el ovni que sobrevoló el Manuel Soto el tráfico no
identificado que detectó el radar militar? Ambos sucesos podrían haber ocurrido
esa misma noche, aunque no necesariamente en el mismo momento. Incluso, podría
tratarse del mismo objeto no identificado.
No sería descabellado pensar en la posibilidad de un caza de
combate extranjero, cuyas herramientas de guerra electrónica hubiesen
interferido los aparatos del barco. Sería posible si tenemos en cuenta que
sucesos de este tipo ya han tenido lugar en el espacio aéreo de Canarias
teniendo como protagonistas a cazas marroquíes. Posiblemente, estos hayan sido
la causa de más de un registro anómalo de los que figura en la lista.
Obviamente, esto casi siempre es “top secret”.
Detalles del informe militar sobre registros de radar no identificados |
Operación “Encuentros
Cercanos”
Durante estos días, han visto la luz los informes sobreovnis del gobierno australiano, siguiendo la estela dejada en los últimos años por procesos similares en Francia, Inglaterra y Nueva Zelanda. Uno de los asuntos que han ocupado estos
expedientes militares han sido precisamente los ecos de radar no identificados.
A raíz de un incidente ocurrido el 3 de junio de 1983, en el
que dos cazas Mirage de la Fuerza Aérea
australiana intentaron interceptar un ovni que aparecía en las pantallas de
radar, cerca de la localidad de Mascot, se puso en marcha la operación
“Encuentros Cercanos”. Esta iniciativa intentaba esclarecer el origen de las anomalías aéreas. El incidente de Mascot no era precisamente el primero. Los
tráficos no identificados solían aparecer a unos 100 kilómetros al
norte de Sydney, a gran altura, y a velocidades de entre ¡1.000 y 6.500 kilómetros
por hora!
Pese a todo, las conclusiones de la misión “Encuentros
Cercanos” fueron inesperadas. Y es que, según el informe, la mayoría de los
ecos fueron consecuencia de un fenómeno conocido como “running rabbits”; una
especie de interferencias de las ondas del radar cuando se dan unas
circunstancias concretas en la atmósfera.
Tampoco sería de extrañar que los investigadores militares
encargados de determinar las causas del misterio, implicados en un asunto que
ni les iba ni les venía y que no había tenido implicaciones en la seguridad
aérea, precipitaran una explicación que librara de la incompetencia a la Fuerza Aérea.
La presunta
infalibilidad del radar
Lo defectuoso de las conclusiones de los militares
australianos era que ofrecían una explicación sistemática para una serie larga
de incidentes aéreos extraños. Los radares fallan, como cualquier máquina…¿pero
tanto?
Los errores puntuales sí son asumibles, tal y como podemos
leer en un artículo publicado por el investigador Manuel Borraz para Cuadernos
de Ufología (3). Se trata de algo que se puede dar “en determinadas circunstancias
y dependiendo de las características del equipo radar y el procesado de la
información”. Según Borraz, en ocasiones pueden aparecer ecos parásitos que
pueden ser debidos a bandadas de pájaros o a turbulencias del aire en la baja
atmósfera. “Dependiendo de las condiciones de propagación radioeléctrica,
pueden aparecer ecos que realmente se encuentran a una mayor distancia o
presentarse como blancos aéreos objetos que se encuentran en la superficie”.
El radar, por tanto, no es infalible. Pero basta que el
error se produzca solo una vez para que el asunto adquiera dimensiones
maravillosas y se acabe convirtiendo en un misterio incuestionable.
(1) Más
Allá, 41, julio 1992
(2) El
Manuel Soto fue protagonista de otro misterioso incidente el 23 de diciembre de
1985, cuando un objeto no identificado se aproximó bastante al barco. También
fue observado por la tripulación e investigado por el Ejército del Aire.
(3) Cuadernos de Ufología, 18 (2ª Época, 1995, Fundación Anomalía).
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