Hemos hablado con Pedro Hernández “Guanir”, Catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad de La Laguna , sobre la capacidad
para controlar las emociones y de aumentar el rendimiento académico.
Tal y como reconoce Hérnández, autor del libro “Los
moldes de la mente”, las emociones tradicionalmente han sido subestimadas. “Han
sido descuidadas por la psicología”, según sus propias palabras. Sin embargo,
ha habido un intento de reivindicar su importancia en los últimos lustros sobre
todo a raíz de la aparición, a mediados de los 90, del best seller “Inteligencia Emocional”, del psicólogo estadounidense
Daniel Goleman.
En esta obra ya se ponía de relieve el interés de los
aspectos emocionales en el mundo de la empresa, así como en el rendimiento
escolar o en la propia vida cotidiana. De hecho, han sido más importante sus
implicaciones a nivel empresarial que en la propia investigación. “Goleman
resaltó la importancia que tenía todo el tema emocional con la eficacia y la
eficiencia”, subraya Hernández.,
quien define la
Inteligencia Emocional como “la capacidad para captar
conocer, diferenciar, mis propias emociones, las de los otros; encauzar mis
emociones, las de los otros y saber rentabilizar las emociones para la
productividad”.
Nuestro entrevistado recogería el testigo de Goleman, pese a
que ya se había interesado en algunos aspectos socioemocionales de la Psicología desde mucho
antes, y posteriormente desarrollaría unas potentes herramientas para gestionar
las emociones, más concretas y específicas que las aportadas por la propia
Inteligencia Emocional, y con resultados fácilmente verificables. Pedro
Hernández nos habló que lo que él denomina los moldes la mente. “son estrategias de la mente, son estrategias cognitivas que mueven las
emociones. Hay veces que estos
moldes nos crean conflictos. Hay que saber qué moldes son interferentes”,
define el investigador.
Enfoques negativos
De esta forma, Hernández habla de algunos de estos constructos
mentales negativos y que están relacionados con la ansiedad. Uno de ellos es la anticipación aversiva, que consiste en la tendencia a adelantar
acontecimientos no deseables que están por venir. “Es muy común –aclara el
psicólogo–. Las persona que tiende a decir ‘y si me ocurre esto o lo otro’ está
provocando energías negativas. No te estás facilitando las cosas, te estas
poniendo trabas. Estás con una lente que engrandeces los problemas. Al final
las cosas que ocurren son menos graves”. Otro aspecto relacionado con la
ansiedad es la necesidad de controlarlo todo. Tiene que ver con el hecho de que
“uno no acepta su realidad”. El “sí, pero…” también constituye un molde
interferente y, además, relacionado con la ansiedad. “Se centra uno en lo
negativo. La persona se está atribuyendo a sí mismo como causa de sus males”.
Hernández emplea una metáfora para comprender su teoría de
los moldes de la mente: “Tenemos una cámara interior que es la que focaliza.
Hay cámaras que focalizan en lo positivo, otras en lo negativo, otras en buscar
causas donde no las hay. La manera de enfocar nos genera emociones
determinadas. Yo puedo tener una cámara de anticipación aversiva; está
relacionada con la ansiedad, la inseguridad... Es distinto a otra cámara que
implique que la persona acepta el reto y la seguridad para afrontarlo”.
“Se puede cambiar la
cámara”
Pero, ¿se puede cambiar el enfoque? ¿Es posible sustituir la
“cámara”? “Sí, de hecho se cambia. Una
de las investigaciones que hemos tenido fue un proyecto que duró cuatro años
donde pretendimos, a través de un taller de cinco sesiones de tres horas, coger
grupos de personas voluntarias y llevarlas a un tratamiento para entrar en
conciencia con sus moldes, situaciones críticas, etc. La idea era modificar sus
moldes (moldemoterapia). ¿Qué se produjo?
Que el grupo que había sido trabajado había modificado sus moldes. Se
redujo la ansiedad, el estrés, etc.”.Lo más importante es que a los dos meses y
medios habían cambiado indicadores psicofisiologicos como las ondas beta del
cerebro. No sólo había cambios, sino que también dejaban huellas. Las
investigaciones de Hernández le han llevado a pensar que los resultados mejoran
aún más con el paso del tiempo.
Asegura que, en muchas ocasiones, las terapias son bastante
sencillas. “A veces basta la toma de conciencia de su molde para que uno ya
note una mejoría”.
Las aplicaciones de la moldemoterapia son insospechadas. Por
ejemplo en el terreno deportivo, como en el ajedrez. “Cogimos a un grupo frente
a otro, con el mismo historial. A uno se le aplican las técnicas y se le
entrenan los moldes mentales. A través de una serie de partidas se demostró que
el grupo experimental era superior al grupo de control. No tiene nada que ver
con estrategias de ajedrez, sino con un tema emocional”. Hernández asegura que esta
técnica se está aplicando en deportes como el golf y en el tenis, incluso con
personalidades importantes.
Para el investigador “es lógico ya que son los moldes de la
vida diaria, pero vistos de forma distinta. En un tablero de ajedrez se ponen
de manifiesto situaciones de la vida”.
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