Una noche de domingo, la periodista británica Carole
Cadwalladr realizó un curioso experimento que ha puesto patas arriba todo lo
que sabemos sobre Google. Las implicaciones que se extraen de su arrollador
artículo, publicado en The Guardian, han obligado al mismísimo gigante de
internet a modificar su sistema de sugerencias de búsquedas.
La cosa era bien sencilla: teclear en la barra de
búsqueda las palabras "Are jews", una expresión interrogativa que,
traducida al castellano, vendría a ser "¿Los judíos son..?". Para su
sorpresa, antes de que siguiera tecleando, el propio sistema de sugerencias del
buscador propuso varias opciones para terminar la frase. Una de ellas era
"Are jews evil?" (¿Los judíos son el demonio?). La sugerencia estaba
entre las primeras opciones. Sin terminar de elegir esta alternativa, la
periodista le dio a Intro. Entre los
resultados de búsqueda abundaba la información de carácter antisemita, en
particular un sitio web (www.jewwatch.org), un auténtico panfleto que incita al
odio, mediante argumentos falaces, contra esta comunidad religiosa.
Los judíos son el
demonio. Los musulmanes son terroristas
Callwalladr prosiguió su ensayo, esta vez con los
musulmanes. Al teclear la misma expresión interrogativa "Are muslims",
Google sugirió para continuar: "Are muslims bad?" (¿Los musulmanes
son malos?). No queda ahí la cosa. Cuando le das a Intro, la primera página de los resultados de búsqueda está llena
de titulares prejuiciosos contra quienes profesan esta religión (cerca de 1.500
millones de personas en todo el mundo). Uno de los primeros puestos lo ocupa un
ensayo con el sugerente titular: "No todos los musulmanes son terroristas,
pero todos los terroristas son musulmanes".
Resultados de búsqueda llevados a cabo por el autor para "Are muslims" |
Los negros tampoco se libran de esta particular forma de
presentar el mundo por parte del buscador más famoso. Conformes redactamos
"Are black people...", se nos sugiere en primer lugar lo siguiente:
"Are black people brain smaller?" (¿Los negros tienen el cerebro más
pequeño?). En el caso de las mujeres, los primeros resultados de Google no
están exentos de tópicos machistas como demuestra uno lo titulares que ofrece
el buscador: "Why women aren´t
funny?" (¿Por qué las mujeres no son divertidas?). Cadwalldr
asegura en su artículo que dio con una columna de opinión en la que se afirmaba
que "toda mujer lleva una prostituta dentro". Hemos intentando rastrear la existencia de
artículo y no nos ha sido posible dar con él, si bien es cierto que la web está
on line. Posiblemente, haya sido retirado tras la publicación del demoledor
ensayo de la periodista británica.
La cosa se pone más seria cuando buscamos información
sobre nuestro reciente pasado histórico y, según lo que tecleemos, podemos
encontrarnos con páginas que dan una visión absolutamente manipulada de los
hechos. Ocurre con temas tan espinosos como el del Holocausto judío. Al
redactar "Holocauts exist", Google nos arroja, para nuestro asombro,
un puñado de webs negacionistas. Si escribes en la barra de búsqueda "Are
Hitler bad?", nos encontraremos con unos cuantos sitios (más de lo que
caría esperar) que dan una visión positiva de uno de los mayores genocidas de
todos los tiempos. Vamos, que si un extraterrestre buscase información sobre la
Segunda Guerra Mundial probablemente acabaría pensando que Hitler podría haber
merecido el Nobel de la Paz, y que el Holocausto fue invento más de los
sionistas, que siempre van de víctimas.
Google sugiere como posibilidad que las personas de raza negra puedan tener el cerebro más pequeño (Fuente: Autor) |
El 30% de las
noticias leídas en Facebook son falsas
¿Los judíos son el demonio? ¿Los negros tienen el cerebro
pequeño? ¿Todos los terroristas son musulmanes? ¿El Holocausto jamás existió?
El asunto reviste especial gravedad porque Google configura nuestra visión del
mundo y condiciona nuestras posturas políticas. Hace 15 años, leíamos los
periódicos para informarnos. Ahora es más rápido y cómodo acudir al teléfono
móvil. Nuestra capacidad de reflexión y descernimiento ha decaído notablemente
porque todo lo que no está en la primera página de Google parece que no existe,
y nadie parece querer perder más de unos minutos en contrastar una información
que en muchísimos casos puede estar tergiversada, obedecer a intereses
económicos, ser propaganda política, o sencillamente ser falsa para poder
obtener visitas en una página web. Todo lo que no quepa en dos líneas de
Twitter ya no se lee.
Facebook sabe que gran parte de las noticias que se
publican en su red no son ciertas. En un estudio llevado a cabo recientemente,
descubrió que esto ocurría con al menos el 30% de las publicaciones, motivo por
el que ha decidido tomar medidas, a través de un algoritmo que advertirá al
usuario que la información que va a compartir está "marcada" como falsa.
En un esclarecedor experimento, el investigador de medios
de comunicación Jonathan Albright selecciono 300 sitios webs con noticias
falsas. Tras difundir masivamente sus contenidos, descubrió que éstas habían
generado millones de enlaces a través de Youtube, Facebook, Twitter,
etc...Concretamente, se habían creado 1,3 millones de enlaces, y 23.000 páginas
se habían hecho eco de estas informaciones. Llegó a descubrir que este sistema
había cobrado vida propia, y el ritmo al que se propagaban estas historias era
incontrolable.
En el proceso se dio cuenta de que Facebook era un factor
multiplicador. Todo el mundo compartía indiscriminadamente las mentiras sin un
mínimo ejercicio de crítica.
Si buscas información sobre el Holocausto en Google, es posible que llegues a pensar que nunca existió (Fuente: Autor) |
Hitler, un tío estupendo (Fuente: Autor) |
La nueva cara del
fascismo
De esta forma, se corre el riesgo de que nuestra
percepción de la realidad se convierta en una fantasía. Acabaremos viviendo en
una burbuja. Esto ocurre, en gran medida, porque las páginas que vemos en
primer lugar en el buscador de Google puntúan alto en un ranking de visitas.
Para lograr este objetivo, los administradores de los sitios webs pueden colgar
información antisemita, xenófoba, machista o, sencillamente, falsa. La
efectividad de esta praxis obedece a la premisa de que la gente, en muchas
ocasiones, prefiere que se le engañe con tal de que puedan confirmar sus
creencias previas.
Los motivos por los que las webs de falsas noticias o
propaganda perniciosa pueden puntuar tan alto en este siniestro ranking puede
ser económico, aunque en muchas veces es político. Llegados a este punto, llama
la atención que tantas webs contengan informaciones racistas, machistas y homófobas,
y estén tan bien situadas; lo cual quiere decir que la extrema derecha se ha
adueñado de los algoritmos de búsqueda, generando un vasto sistema de links que
eclipsan a los medios de comunicación tradicionales.
Para ello se emplean pequeñas trampas para puntuar alto.
Así, la extrema derecha ha colonizado el espacio digital alrededor de estos
términos: judíos, mujeres, negros, musulmanes...de manera más efectiva que la
izquierda o la derecha moderada. Y se trata de una sistema que ya no puede
parar, se ha hecho dueño de sí mismo, haciéndose cada vez más fuerte. El
círculo vicioso se completa cuando cualquier usuario que busque información
sobre los judíos clica en alguno de estos links que incitan al odio,
consolidando a su vez el proceso.
Las empresas de análisis de datos, sabedoras de estas
dinámicas, monitorizan hacia donde se mueve la información y la venden a
empresas que luego elaboran su propia propaganda. Ocurrió con Cambridge Analitics, la corporación que
estuvo detrás del inesperado éxito de Donald Trump. Tras bucear en el big data, elaboró 5.000 perfiles de
usuarios que fueron empleados para el envió masivo, a través de las redes
sociales, de millones de panfletos electorales del partido republicano.
¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿El sistema está
alentado por lobbies ultracatólicos?
¿De ideología neoconservadora? ¿O quizás, se ha generado de manera espontánea?
En este último caso, ¿podríamos concluir que la arquitectura de pensamiento de
las sociedades modernas es esencialmente fascista?
Una cosa más. Durante su investigación, Carole Cadwalladr
inquirió a Google sobre su responsabilidad en las sugerencias xenófobas de su
buscador, a lo que la multinacioonal respondió que ellos no tenían
responsabilidad editorial, y se limitaban a reflejar las búsquedas más
frecuentes de los usuarios. Falso, sí que tienen responsabilidad editorial.
Tienen a los mayores expertos del mundo en Inteligencia Artificial, elaborando
algoritmos cuyo código no se hace público. La prueba de que son responsables, y
lo saben, es que tras la publicación del controvertido artículo de la
periodista, en la barra de búsqueda ya no aparecen sugerencias de ningún tipo al
teclear "Are jews".
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