Después de tres años de trabajo, ha visto la luz "Los
fantasmas de La Candelaria", una aventura editorial que he firmado junto
al novelista Alfredo Moreno para 2.0
Books, y que desde esta semana ya está disponible al público en cualquier
librería.
La mejor manera de describir el espíritu del libro es la
que hemos empleado, tanto Alfredo como yo, en algunas de las entrevistas que ya
hemos ido ofreciendo en algunos medios de comunicación: una recopilación de
historias de fantasmas. Sin mayores pretensiones. Porque no hemos querido
desentrañar los misterios de la vida después de la muerte, ni demostrar la
pervivencia del alma ni la existencia de los espíritus. Nada de eso.
Tan solo nos hemos limitado a recoger testimonios de
médicos y enfermeros. Porque ya sabíamos que estas historias se contaban en
varios hospitales de Tenerife, y porque en el fondo pensábamos que si nosotros
no las rescatábamos para ponerlas a disposición del público, quizás nadie más
iba a hacerlo.
Y durante el camino nos hemos encontrado con relatos de
apariciones de seres fallecidos ante los pacientes de Paliativos, psicofonías,
una figura con un sombrero que hace acto de presencia en una habitación, una habitación
secreta, experiencias cercanas a la muerte, episodios en los que el paciente
conoce la hora de su fallecimiento... Ni siquiera con todas estas experiencias
recogidas pretendemos demostrar nada. Eso, lógicamente, es materia de reflexión
para el lector.
La labor que hemos llevado a cabo es la de un antropólogo
que se adentra en la selva para anotar las historias que cuenta una remota
tribu a luz de la hoguera, historias que hablan de la divinidad que está
presente en todos lados, de los antepasados que regresan, del sol que da la
vida, de la noche que lo envuelve todo con un manto tenebroso...Todos estos
relatos reflejan una arquitectura, una forma de pensar. Los testimonios extraordinarios
del Hospital de La Candelaria y del Tórax forman parte de la cultura en la que
nos desenvolvemos día a día. Tienen que ver son nuestras expectativas y
nuestros temores. Y aunque en el fondo son historias que se cuentan desde el
principio de los tiempos, siguen ahí, quizás más vigentes que nunca.
Uno de los mayores descubrimientos ha sido el de darnos
cuenta que los médicos y los enfermeros también tienen creencias. Algunos nos
hablaban de budismo, otros de investigaciones parapsicológicas, otros hacían
alusiones a la doctrina espírita...Y en cuanto les preguntabas sobre estas
cuestiones relacionadas con los trascendental, todos entraban al trapo,
hablaban desprejuiciadamente y te contaban alguna anécdota particular
relacionada con lo sobrenatural.
Claro, son seres humanos, pensaba yo. Viven en el mismo
mundo que el resto de los mortales. Y estas creencias no solo no han impedido
que llevaran a cabo una titánica labor en lugares como el departamento de
Paliativos del Hospital del Tórax, sino que en muchas ocasiones les han
aportado recursos para ayudar al enfermo en ese último viaje de la vida. Son
auténticos héroes. En gran medida, este libro va dedicado a todos ellos.
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Un saludo.
Alfonso Ferrer.