2012 se está convirtiendo en algo más que una mera fecha. Es una etiqueta con claro carácter comercial. Bajo esta marca ya nos están llegando películas, libros y documentales que hablan del fin del mundo o, en el mejor de los casos, de una profunda transformación espiritual. El último ejemplo es el de la película "2012", del realizador norteamericano Roland Emmerich, quien ha orientado su carrera artística a mostrar, con gran despliege de medios técnicos, todo tipo de desastres. El propio Emmerich reconocía en una reciente entrevista que hace tiempo que se dio cuenta de que todo lo que tuviera que ver con el fin del mundo daba resultado. La idea le vino tras realizar "Independence Day" (1996) en la que planteaba la posibilidad de que la humanidad quedara subyugada a una hostil civilización alienígena. Después llegarían las no menos catastrofistas "Godzilla" (1996) y "El día de mañana" (2004).
Ahora, Emmerich le da un giro de tuerca a la cuestión y plantea un desastre planetario en el que introduce la cuestión salvífica, muy típica en este tipo de historias; es decir, el gobierno está desarrollando unas instalaciones en las que sólo algunos podrán sobrevivir a la hecatombe.
Pero, ¿qué querían decir los mayas?
Este incipiente estado de histeria apocalíptica tiene su origen en la interpretación que se ha hecho a uno de los ciclos utilizados por la antigua civilización maya. Se trata de la denominada Cuenta Larga; un ciclo de unos 5000 años, que comenzó en el 3114 a.C. y que culminará el 21 de diciembre de 2012.
Por alguna razón, tendemos a otorgar un especial valor a aquellas cosas de las que los antiguos pueblos dejaron constancia. Si además, la profecía está por escrito, su poder de persuasión es mucho mayor.
Según algunos autores, en esta Cuenta Larga, los mayas registraban los sucesos más importantes de su historia y auguraban los que aún estaban por llegar. Posiblemente, el calendario fuera una manera de organizar su vida diaria; los periodos de cosechas, las épocas de lluvia, celebraciones y reuniones de la comunidad, etc... También contribuiría a concretar la visión de la naturaleza y del Universo que tenía este pueblo, con sus deidades, sus historias míticas, sus antepasados...
En cualquier caso, no deja de ser un ciclo que se cierra. Después de este, llegaría otro. Con lo cual, hablar del fin del mundo resultaría, desde este punto de vista, desacertado.
De esta manera, tienen cabida las interpretaciones "new age" de esta supuesta profecía; aquellas que no hablan de desastres de manera literal sino de cambios. Cambios profundos a todos los niveles: social, político, espiritual...El advenimiento de la anunciada Era de Acuario y, con ello, una catarsis, un nuevo renacer para la humanidad, una nueva oportunidad para comenzar y no repetir los errores. En fin, una visión edulcorada y más amable del fin de los tiempos si se quiere.
Para los seguidores de la New Age, el signo más claro lo constituye la actual crisis económica. Supone una señal clara del declive de la sociedad materialista y de consumo. Es el comienzo del fin.
En este terreno abonado para todo tipo de videntes, agoreros y vendedores de humo, también existe una facción dura. La de aquellos que hacen una exégesis literal del fin del mundo. Entre las propuestas de estos figura la colisión contra la Tierra de un oscuro planeta llamado Nibiru, presuntamente descubierto por los sumerios.
La próxima tormenta solar
LA NASA ante la avalancha de especulaciones que se avecina ante la inminencia de 2012 -y aún estamos finalizando 2009- ha decidido llevar a cabo una campaña para informar a la población y desactivar los rumores puestos en marcha por los profetas del apocalipsis.
En relación a la proximidad del planeta Nibiru, ya han aclarado que carece totalmente de fundamento ya que semejante objeto ya debería poderse observar a simple vista.
Para 2012 se han descartado eventos astronómicos de interés; ni especiales alineaciones planetarias, ni espectaculares eclipses, ni colisiones estelares...
Sin embargo, lo que sí se ha indicado por parte de la agencia norteamericana es que para ese año está prevista una actividad inusitada del Sol. Según Mausumi Dikpati del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas "el siguiente ciclo solar será de un 30 a un 50% más intenso que el anterior". Si esto es correcto , en los próximos años la actividad solar alcanzará un récord similar al de 1958, año en que se hicieron famosas las increíbles auroras boreales observadas en Alaska.
Pero claro, en 1958 no existía la tecnología de comunicaciones que se da en la actualidad. Un informe de 132 páginas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, que vio la luz a principios de este año, advierte de que una próxima erupción solar, como la esperada por NASA, podría afectar gravemente a los sistemas de telefonía móvil, GPS, transportes, satélites y, lo que es más grave, la red eléctrica.
En el estudio se indica que la energía eléctrica es especialmente vulnerable a las malas condiciones meteorológicas espaciales. Una tormenta geomagnética podría fundir el cobre de las bobinas de los transformadores, difundiendo el problema a a una amplia zona. Ya ocurrió en Québec (Canadá) en 1989 cuando, durante una tormenta solar, casi 6 millones de personas se quedaron sin energía durante 9 horas.
Según la Academia Nacional de ciencias, en este momento, las redes eléctricas pueden ser más vulnerables que nunca. El problema es la interconexión de las mismas, que podría expandir el problema a grandes regiones del planeta, provocando fallos en cascada. Ello "causaría extensos trastornos sociales y económicos". Algunos problemas serían duraderos. Por ejemplo, toneladas de transformadores quemados podría llevar semanas o meses repararlos. El impacto económico podría ascender a dos billones de dólares.
¿Será esto el anunciado apocalipsis? Tal y como me respondía Manuel Vázquez, experto en Física Solar del Instituto de Astrofísica de Canarias, "depende de lo que entendamos por apocalipsis".
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