El pasado jueves 14 de enero, el conocido como Reloj del Fin del Mundo volvía a mover sus manecillas. El evento tenía lugar en la Academia de las Ciencias de Nueva York, a las 10 de la mañana, hora local, y pudo ser seguido vía internet. Se trataba de un acontecimiento muy singular, dado que este minutero se mueve sólo una vez cada tantos años. Lejos de constituir un leyenda urbana, el reloj existe de una manera muy física. Los "científicos atómicos", pertenecientes a la organización The Bulletin (o BAS, Boletín de los Científicos Atómicos) tras valorar las circunstancias actuales que se dan en el planeta, en el ámbito de cuestiones como el armamento nuclear o el cambio climático, desplazan de manera efectiva las agujas de un gran reloj (que siempre está al filo de la medianoche) para reflejar cuan cerca está la civilización humana de su colapso. La imagen de los expertos, ataviados con una bata blanca, manipulando el ingenio, ya hace tiempo que ha formado parte de la cultu...