Muestra de uranio empobrecido que nos mostró el químico Agustín Cabrera |
El pasado 23 de agosto, un vecino de La Laguna descubría una extraña pieza en una finca de su propiedad, situada en el camino La Rúa. Comunicó el hallazgo a la Policía Nacional ante la sospecha de que el objeto pudiese despedir algún tipo de energía peligrosa. El Gobierno de Canarias activó su plan de emergencias por riesgo radiológico (Radican). Se hicieron pruebas sobre la prueba constatando, efectivamente, que emitía cierta cantidad de radiactividad, aunque sin ser nociva para la salud. Con todo, en aplicación de dicho protocolo, se tomó la medida preventiva de evacuar de sus domicilios a las personas que viven en las zonas limítrofes.
Signos de radiactividad
Mantuvimos una charla con una persona relacionada con el Laboratorio
de Física Médica de la Universidad de La Laguna (la entidad más importante en
Tenerife en mediciones radiológicas), quien nos confirmó esta historia,
asegurándonos que la persona que halló el extraño objeto se puso en contacto
con ellos dar cuenta de lo que había visto. Seguidamente, el laboratorio envió
a la zona a un técnico en emergencias radiológicas para hacer medidas.
A través de esta persona, que mantuvo cierto contacto con
el dueño de la finca, intenté entrevistarlo pero fue imposible. Era reacio a
hablar con los medios sobre este asunto, me aclaraba mi fuente.
Días después, los medios de comunicación publicaban lo
que ya sospechábamos: que la pieza radiactiva perteneciente a la estructura de
un avión, en realidad, era uno de los restos de los aviones siniestrados el 27
de marzo de 1977. Se trataba, por tanto, de una pieza de uranio empobrecido,
habitualmente instalada en la cola de los Boeing por lo menos durante aquellos
años. El uranio, debido a su gran densidad, permitía estabilizar el vuelo de
los aparatos.
Se abrían unos cuantos interrogantes a partir de
entonces.
¿Cómo sabía el autor del hallazgo que aquello era una
pieza de avión? Por las imágenes que han trascendido en los medios (una pieza
rectangular de unos 20 centímetros de largo) , salvo que uno fuera técnico
aeronáutico, es imposible determinar de qué tipo de objeto se trataba,
Y, sobre todo, ¿cómo podía saber que la pieza era
radiactiva? El hecho de que llamara al Laboratorio de Física Médica antes que a
la Policía parece que constatar un conocimiento previo de este aspecto.
Otra cuestión capital: ¿cómo había llegado hasta allí?
Descartamos que hubiese caído accidentalmente allí, hace más de 40 años, como
consecuencia del choque de los aviones; el aeropuerto de Los Rodeos se encuentra
a más de cuatro kilómetros de distancia.
El sentido común parece indicarnos que alguien tuvo en su
poder este objeto durante un tiempo indefinido. Quizás se hizo con él al
acceder al lugar en el que se encontraban los restos de los aviones siniestrados
y, simplemente, lo guardó como recuerdo. Ahora, de alguna forma, se encontraba
en aquella finca.
Camino La Rúa, La Laguna. En una de estas fincas se halló una pieza de avión |
Fetiches y
recuerdos de una tragedia
El auténtico telón de fondo de esta historia es el
descontrol que hubo en cuanto al acceso al lugar en el que se custodiaban estos
restos. Cuando fueron retirados del aeropuerto, gran parte de ellos fueron
ubicados en un local de desguace en La Cuesta. Aquí podría haber llegado una
cantidad indeterminadas de personas que se habrían hecho con alguna pieza para
llevársela como un adorno para su casa, un heraldo del horror de lo que
aconteció aquella fatídica tarde. En su momento, se llegó a publicar en un
medio que un reconocido político de Tenerife guardaba una de estas piezas de
uranio, y que la usaba como pisapapeles en su despacho.
En realidad, aquellos materiales deberían haber sido
vigilados por las autoridades competentes, ya sea por motivo del peligro
potencial que suponía el riesgo radiológico o por la mera custodia de unos
elementos que podían ser sensibles para futuras investigaciones.
El caso es que por aquel desguace debió de pasar más de
una persona que se hizo con su propio fetiche
de la desgracia. Y es más que probable que muchas de estas piezas aún
sigan en manos desconocidas, y que sus propietarios aún sean ajenos al riesgo
que podían suponer.
Baste como ejemplo la historia de Agustín Cabrera, un
químico interesado en el trabajo de la plata que vio en aquel material una
materia prima para su trabajo.
Transcurridos un tiempo del accidente, Cabrera visitó el
desguace donde pudo observar cómo un
operario trabajaba con una sierra radial sobre los restos de uno de los
aviones. El químico, al percatarse de los tremendos chispazos que soltaba la
herramienta al entrar en contacto con una pieza le pidió que se abstuviera de
seguir trabajando ya que aquella reacción no le pareció normal. Compró 300
kilos del material y se lo llevó a un depósito que tenía en La Esperanza donde,
tras someterlo a algunos análisis, pudo determinar que contenía uranio
empobrecido.
Intrigado, decidió visitar las proximidades del lugar
donde se produjo el terrible accidente aéreo. Se paseó por las proximidades del
aeropuerto de Los Rodeos con un contador Geiger y pudo comprobar cómo el
aparato daba señales significativas de radiactividad en la zona.
Fue Cabrera quien dio la voz de alarma sobre este asunto.
Le costó que todo llegara a oídos de la Junta de la Energía Nuclear (JEN) y se
le presentara la Guardia Civil en su almacén de La Esperanza para requisarle todo
el material adquirido en el desguace de La Cuesta. "No me dieron de una
perra", se quejaría amargamente cuando le entrevisté en 2007. En aquella
ocasión me enseñó unos pocos gramos de uranio empobrecido que se había guardado
en un pequeño recipiente. Me advirtió que no acercara mucho la nariz. Esta
pequeña muestra también le fue intervenida por la JEN después de que, aquel
año, la mostrara a cámara para un reportaje de la Televisión Autonómica de
Canarias en el que colaboré.
Recientemente le visité en la oficina que tenía en
Geneto, La Laguna, para saber en qué había quedado todo aquel affaire con la JEN, si de alguna forma
había sido compensado tras habérsele retirado aquel material, etc. Me enteré de
que ya hacía años que había fallecido.
Hasta donde sé, los restos de los aviones fueron
trasladados a Estados Unidos, seguramente para la investigación oficial que se
llevó a cabo para esclarecer las circunstancias del accidente.
Desde hace años, y por motivos preventivos, los aviones
ya no vuelan con estos estabilizadores de uranio. Han sido sustituidos por
otros materiales menos nocivos para la salud, si bien nunca se llegó a
demostrar que alguna persona falleciera en algún accidente aéreo debido a la
exposición al uranio empobrecido.
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