Cada una de las siete islas canarias es singular. Ninguna
se parece a otra, lo que convierte a este archipiélago en un tesoro, un lugar
del planeta en el que reina la diversidad: la playa, la montaña, las dunas, los
bosque de pinos, el pico más alto de España, los fondos abisales...La noche en
Fuerteventura es telúrica, poderosa, cristalina. Encima de nosotros, un manto
de estrellas. Aquella noche nos saludaba Júpiter. Por debajo, el suelo
volcánico, primitivo, casi virgen. Las
paredes de este templo sagrado son los volcanes que dan cuenta del pasado
violento de las islas. Y mientras, somos golpeados por ese viento salvaje que
esculpe el carácter de esta tierra y sus gentes, y al que precisamente debe su
nombre la isla. ¿Cómo no iba a ser un lugar mágico?
Isla de Lobos
Las historias afloran en Fuerteventura en cada rincón. En
unos casos como consecuencia de su rico pasado, en otros son fruto de la simple
observación del hipnótico paisaje. Pueden hablar de cosas que sucedieron alguna
vez, o quizás no, pero siempre tienen un fundamento, una razón de ser, no son
simples cuentos de abuelas.
Una mañana soleada nos saludó en Corralejo, en el norte.
Las abundantes dunas nos recuerdan que África no está a más de 100 kilómetros
de distancia. Y si miras un poco más al norte observas Isla de Lobos, un islote
que parece sacado de una historia de piratas y que, no en vano, tiene su propio
relato. Un lugar, por ejemplo, en el que
los normados, los primeros europeos en arribar, encerraban a sus prisioneros. Eso,
claro, durante los primeros años del siglo XV. Ahora podría contener una base
submarina de ovnis.
La fama de lugar privilegiado para la observación de
extrañas luces que salen del mar fue ganada a pulso, en gran medida, gracias al
trabajo del investigador navarro J.J.Benítez, que en su libro "Encuentro
en Montaña Roja", hablaba de una serie de encuentros con extraños
artefactos en el sur de Lanzarote que al final inevitablemente acabarían
abarcando el norte de Fuerteventura. El caso del comandante Juan Menaya es muy
paradigmático. En 1977, durante un vuelo Las Palmas-Lanzarote divisó un
resplandor que salía del mar. Al acercarse, pudo comprobar que aquello tenía la
forma de un bidón.
La luz de Mafasca
Y es que Fuerteventura es la tierra de las luces
extrañas. Tenemos que referirnos necesariamente a la luz de Mafasca, una
luminaria que, desde hace al menos 80 años viene dejándose ver por las extensas
planicies de los municipios de Antigua y Betancuria. Acompaña a los testigos
por los oscuros caminos, prácticamente a ras del suelo, y en ocasiones parece
interactuar con ellos.
Gracias al trabajo del investigador canario José Gregorio
González hemos podido conocer historias realmente alucinantes recogidas de
primera mano. Una de ellas se refiere a Domingo Alberto Brito quien, en una
época tan temprana como 1941, tuvo un encuentro insólito con este fenómeno. A
altas horas de la noche, de regreso a su casa tras un festejo en Antigua, se
sintió perseguido por una luminaria. La luz acabaría por darle alcance, ante lo
cual, el testigo tuvo una sorprendente reacción: darle una patada. En ese
momento, el fenómeno desapareció.
El testimonio de Antonio Marichal Bueno es bastante
revelador puesto que proviene del técnico de meteorología del aeródromo de Los
Estancos. Una historia que echa por tierra la idea de que estas luces solo las
ven personas con pocas formación académica. Fue en noviembre de 1950 cuando
Marichal se encontró con una esfera que "se posó al lado de una
higuera". De repente, aumentó de tamaño y saltaron chispas, momento en que
se iluminó el campo, según su relato.
Era la noche de San Juan, y nos pareció un momento
oportuno para movernos por ese paisaje casi virgen del centro de la isla. Todo
era una oscuridad impenetrable. Pero más oscura si cabe se nos presentó la
montaña sagrada de Tindaya, una mole de tierra que se recortaba en el
cielo. Pocos detalles pudimos apreciar
en aquellas horas pero en otra visita al lugar, apreciamos como desde la
lejanía la montaña destacaba con una luz muy particular, casi brillaba. No me
extraña que llamara la atención de los aborígenes. Claramente, aquel enclave
debía de tener algún significado especial, ya que dejaron constancia de ello a
través del grabado de más de doscientos símbolos podomorfos, la mayor concentración de este tipo de señales en toda
Europa. Algunas teorías consideran relevantes la orientación de estos grabados
con determinados eventos astronómicos. Otras establecen que era el lugar en el
que se situaba el chamán para algún tipo de invocación. Otras, que serían las
propias huellas de los dioses.
En cualquier caso, se trata de un monumento natural
sujeto a controversia después de que la Justicia paralizara un proyecto
abanderado por el Gobierno de Canarias con el aval del famoso arquitecto Eduardo
Chillida, para horadar la montaña y hacer una construcción artificial. Todo se
paralizó cuando ya se había gastados varios cientos de millones de euros del
erario público por los que nadie ha respondido con claridad. Pero esto ya es
otra historia.
La Casa de los
Coroneles
No muy lejos de Tindaya, en el municipio de La Oliva,
podemos visitar la Casa de los Coroneles. Una sorprendente construcción del
siglo XVII utilizada como instalación militar y vivienda personal. En aquel
tiempo, esta casa constituía el máximo poder ejecutivo de la isla, que quedaba
en manos de los militares. Está ubicada en un emplazamiento que facilita las
vistas al horizonte y lejos de posibles ataques de piratas, uno de los mayores
temores de los habitantes de la isla en aquel tiempo.
Este cargo fue transmitido por herencia durante varias
generaciones, prácticamente hasta el siglo XIX. El edificio transmite riqueza y
poderío. Una grandiosidad que evoca a otro tiempo. Un recorrido por su interior
no deja indiferente. Lo primero que llama la atención son sus mazmorras, en la
planta baja, justo debajo de las dependencias para el uso personal. Una
exposición de cuadros y fotografías hacen una retrato exhaustivo de la
biografía de la casa, de sus habitantes ilustres y, por supuesto, de las duras
condiciones de vida en la isla, algo que tuvo que condicionar el carácter de
los majoreros, también de los coroneles.
Semejante construcción no podía ser ajena a los rumores y
leyendas. Se cuenta que en algún lugar de estas dependencias hay oculto un
tesoro de oro y plata, posiblemente en una cueva subterránea que llega a una
iglesia cercana.
Los herederos de la casa se tomaron bien en serio estas
historias porque llegaron a hacer unas catas en el suelo a principios del siglo
XX, aunque sin ningún éxito.
Como en toda leyenda, siempre hay un sustrato de verdad.
Y es que, al perecer, hay un tubo volcánico en la zona. Durante los años 80 se
hicieron unas catas frente a la casa para buscar agua. Se halló una cueva de
cuatro metros de alto, aunque se terminó la obra al no dar los resultados
esperados.
También parece claro que hay algún acceso sótano en el
edificio. No sería algo descabellado ya que en muchas casas de la época se
podía usar para escapar de los piratas. Nosotros no pudimos comprobarlo durante
nuestra visita pero, según cuenta Pedro Carreño Fuentes en el libro "Enigmas
y tesoros en Canarias" (Ed. Herques), bajo la habitación que hay en el
torreón de la izquierda habría un pasadizo subterráneo, ahora relleno de
hormigón, que aún se puede ver.
Un día decidimos ir hacia el sur de la isla. Paramos en
Betancuria para echar un vistazo a una curiosa efigie. Se trata de la Virgen de
la Peña, una de las representaciones marianas más antiguas que hay en Canarias.
Posiblemente, la más antigua después de la Virgen de Candelaria (Tenerife) y la
Virgen de Las Nieves (La Palma). Traída a la isla por los normandos en 1402,
puede contemplarse en una pequeña y bonita ermita en la que, para nuestra mala
suerte, no pudimos entrar por encontrarse cerrada en ese momento.
La Casa Winter
Nuestro último destino en nuestro particular itinerario
debía ser la playa de Cofete, en la península de Jandía, al sur de la isla.
Allí se encuentra la Casa Winter, un inmueble sobre el que se han contado mil
historias sobre su finalidad durante la Segunda Guerra Mundial. La rumorología
apuntaba a que su dueño, Gustav Winter, era un colaboracionista del régimen alemán
de entonces y que esta casa hacía de puesto de vigilancia o bien de lugar de
descanso para las tripulaciones de los submarinos que llegaban hasta allí a
través de una gruta submarina, historias negadas hasta la saciedad por sus
propios herederos. A uno de sus hijos, Juan Carlos Winter, pude entrevistarlo
en Gran Canaria en 2006 y me aseguró que estaba en posesión de un certificado
del Centro Wiesenthal en el que se exoneraba a su padre, aunque lo cierto es
que su nombre aparece en la lista de colaboradores del gobierno alemán
afincados en nuestro país que Estados Unidos solicitaba a España, después de la
guerra, para poder llevarlos ante la justicia, según investigaciones del
periodista José María Irujo.
Nos quedamos con las ganas de acceder a la casa ya que el
camino es impracticable si no se circula con un vehículo adecuado. En su
momento pudimos llegar gracias a que íbamos en un todoterreno y el conductor
conocía la zona. La carretera es abrupta y por momentos muy estrecha.
Fuerteventura se suele vender como destino para el sol y
la playa, muy merecidamente ya que posiblemente tenga las mejores playas del
archipiélago. Pero para las almas inquietas, para aquellos que buscan algo más,
tiene preparada muchas sorpresas. Solo hace falta salir a sus carreteras,
sentir el viento y mirar con otros ojos.
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La Isla de Lobos ha evocado decenas de historias increíbles, algunas relacionadas con avistamientos de ovnis (autor) |
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Es tal el grado de popularidad de la luz de Mafasca que en el municipio de La Oliva le han dedicado una calle. (autor) |
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Patio interior de la Casa de los Coroneles (autor) |
Los coroneles de la Casa (autor) |
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Iglesia de La Oliva. Una leyenda asegura que hay un túnel que la conecta con la Casa de los Coroneles (autor) |
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Montaña sagrada de Tindaya, con más de 200 grabados podomorfos cuyo significado aún no se conocen a ciencia cierta (autor). |
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Ermita de la Virgen de la Peña, Betancuria (autor) |
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Detalle de la Virgen de la Peña, una de las imágenes marianas más antiguas del archipiélago (Wikipedia) |
Casa Winter, Jandía, año 2006 (autor) |
Detalle del interior de la Casa Winter, año 2006 (autor) |
Torre de la Casa Winter (autor) |
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Fachada principal de la Casa de los Coroneles, en La Oliva, máxima representación del poder político en Fuerteventura hasta hace dos siglos. (autor) |
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