
Es una de las propuestas del número de junio de la revista digital Ángulo 13: las implicaciones en la salud de las ondas electromagnéticas provenientes de los aparatos con los que compartimos nuestra vida diaria. En general asumimos un cierto riesgo por el hecho de vivir en un mundo tecnificado. Pero ¿dónde está limite? ¿Es cierto que los móviles pueden generar cáncer a lago plazo?
El catedrático de Física Médica José Hernández abordó esta cuestión recientemente en una charla celebrada en el ámbito de las jornadas Ciencia y Psudociencias de la Universidad de La Laguna. En la ponencia, puso de manifiesto la relación compleja que guarda el ser humano con su entorno y, en particular, con el de los campos electromagnéticos en el que se halla inmerso. Como el experto afirma "no es tan simple como que si acercas la mano al fuego te quemas". A la hora de determinar el riesgo para la salud que puede provocar la cercanía a una antena de telefonía móvil influyen multitud de factores tales como el tiempo exposición, cercanía a la fuente emisora, determinadas características de la señal...
Aprovechó, por tanto, la ocasión para desmitificar algunas creencias relacionadas a las radiaciones. El miedo a lo invisible y la experiencia trágica de algunos episodios de la Historia como Hiroshima y Chernobil han provocado en la opinión pública cierto grado de lo que el catedrático denomina radiofobia; es decir, el miedo irracional a enfermar por la exposición a las energías electromagnéticas.
Tal y como puso de manifiesto el doctor Armas, paradojicamente, el uso médico y controlado de las radiaciones ha demostrado tener unos beneficios indudables en determinadas terapias a las que se someten los enfermos de cáncer.
Se trata de una información que ya publicaba hace unas semanas en ABC y que ahora pueden leer con mayor cantidad de datos aquí.
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