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Entre las ruinas del Parque Loros del Sur



Cierto día, íbamos dando un paseo por Las Américas (sur de Tenerife). El día era soleado y una ciudad tan turística como ésta se presta a una agradable caminata. Pero tras girar una esquina, el ambiente se volvió turbio. Pasamos de estar ante bonitos hoteles, alegres chiringuitos y paseos marítimos a deambular entre bloques grises que, pensé en ese momento, poco tenían que ver con la clásica imagen festiva que se promociona de este lugar.
Estábamos en el Paseo Los Cardones. En aquel momento apareció ante nosotros un auténtico monumento al desastre. Unas viejas instalaciones abandonadas que fácilmente podrían ocupar el espacio de tres canchas de baloncesto. Todo aquello protegido por verjas oxidadas y muros con grafitis. Nos acercamos a curiosear y leímos un solemne cartel: "Parque Loros del Sur". Intuimos que debía tratarse de un antiguo parque zoológico o algo así. Pero esto solo podíamos deducirlo por ese rótulo. Aunque fijándonos un poco, pudimos observar una jaula a unos tres metros de altura, como un reclamo para que la gente de la calle entrara. Tenía las dimensiones para un animal de tamaño medio, como si fueras a meter a un perro. Virginia cayó en la cuenta de qué lugar era aquel, confirmándome que se trataba de un antiguo parque de animales del que se decía que exhibía una pantera. Quizás la tuvieran encerrada en aquella jaula.
Rodeamos aquella manzana protegida por sucias paredes desconchadas. Vimos un portal de entrada con un arco. Las escaleras deshechas, las columnas pintadas con garabatos ilegibles. Cualquier posible acceso al interior estaba sellado con carcomidas maderas. Nos acercamos a la verja y vimos más jaulas, un mini golf, una especie de parque acuático con lanchas abandonadas y unas escaleras que no llevaban a ningún lado, como si aquello se hubiese quedado a medio hacer.
El estado era deplorable. Me sorprendió mucho que nadie se hubiese preocupado de aprovechar aquel espacio para construir algo distinto, quizás un hotel o un centro comercial. O simplemente, tirarlo todo abajo, porque la imagen que podía presentar de cara al turista era solo de desolación y dejadez.
Tirando de hemeroteca (en la red casi no hay información) salimos de dudas sobre aquel cementerio.

"Loro Parque" se desvincula
La empresa gestora del parque empezó a funcionar en 1990. Pero todo parece que fue mal desde el principio, a raíz de las continúas polémicas de las que se hacían eco los periódicos.
Al parecer,  las instalaciones abrieron sus puertas con el nombre "Loro Parque del Sur", según recoge Diario de Avisos en su edición del 22 de noviembre de 1991. Algo que no gustó nada a Wolfgang Kiessling, propietario del famoso Loro Parque, situado en el Puerto de la Cruz, en el norte de Tenerife. Kiessling se apresuró a declarar que no tenían nada que ver con el parque de Las Américas, dada la similitud de ambos nombres. Se sentía agraviado debido a que las instalaciones del sur eran "una explotación ilegal", ya que había "animales viviendo en estado de miseria" y, hasta donde sabía, "sin autorización sanitaria". El ánimo de Kiessling por desvincularse de aquella actividad era obvio por la posibilidad de ver perjudicada la pulcra imagen de la que gozaba el Loro Parque (en especial, durante aquellos años).
A través de su abogado, Antonio Caseras, se les invitó a cambiar el nombre, para evitar confusiones, y evitar cualquier litigio. Efectivamente, desde entonces el parque se llamaría "Parque Loros del Sur".
Los inconvenientes no solo vinieron de la mano de otras empresas del sector, también del Ayuntamiento de Arona. Da la impresión de que había tanta prisa por abrir las puertas que esto se hizo sin haber acabado las obras. Las quejas por parte de los vecinos y empresarios de la zona eran constantes, sobre todo las relativas a presencia de escombros y sacos de cemento en la vía pública. Incluso, había jaulas en los jardines. El concejal de Urbanismo Mario Spreáfico ordenó la retirada de estos restos que, según sus declaraciones, daban muy mala imagen a los turistas. Diario de Avisos recoge, en su edición del 4 de agosto de 1993, la labor de los operarios del ayuntamiento. Éstos tuvieron que emplearse especialmente a fondo con una plataforma de cemento que cubría las zonas ajardinadas Las actuaciones se iniciaron, según recoge el medio, después de haber dado aviso al propietario del parque de que se le daría un plazo para limpiar la zona.
Hay que destacar que el responsable, según recoge Diario de Avisos el 17 del septiembre de 1992, aseguraba tener todo en regla y haber recibido la visita de técnicos del Ministerio de Agricultura. Declaraba que todo estaba en orden. Incluso, extendía una invitación al alcalde para que visitara las instalaciones.
Añadió que en el parque había dos leones, un leopardo y muchos loros. Casi todos eran animales que él mismo había recogido o bien se lo habían dejado en a puerta de su casa debido a que, según matiza, era bien sabido el cuidado que ponía a la hora de ocuparse de este tipo de animales.

Atacada por una pantera
Uno de las historias más controvertidas y sorprendentes de cuantas tuvieron relación con el parque fue la agresión de una pantera sufrida por una de las trabajadoras. Seguramente fue esta denuncia la que puso a las instalaciones en el punto de mira de quienes denunciaban las precarias condiciones en las que presuntamente se encontraban los animales.  
Según se puede leer en la edición del 10 de marzo de 1991, la joven se encontraba realizando un espectáculo con los loros cuando fue reclamada por una visitante que le indicó que la jaula de la pantera estaba sucia. La chica se acercó para recoger una heces del animal. Pero cuando metió el brazo entre las rejas, la fiera se abalanzó sobre ella mordiéndole el brazo. La trabajadora, desesperada, intentó zafarse del animal intentado golpearle  en la cabeza, pero era en vano. La atónita visitante cogió una manguera a presión y la descargó hacia la pantera, momento en la víctima pudo liberarse con el brazo ensangrentado.
Como pudo, se acercó al propietario quien, según su relato, no le dio mucha importancia en ese momento en el que precisamente se encontraba hablando con unas personas.
Se dirigió hacia las Clínica Playa de Las Américas, donde se le realizó unas curas. La cosa se complicó cuando para seguir su tratamiento era necesario aportar algún tipo de seguro. La chica no había sido dada de alta en la empresa, según manifestó al medio, porque el empresario había extraviado sus documentos y su situación se había quedado en un limbo indefinidamente. Para mayor desgracia, no había percibido su nómina del mes de febrero por lo que tampoco podía costearse la cura.
Diario de Avisos recogió que el propietario del parque se defendió aseverando que la joven no estaba trabajando en su empresa en el momento del accidente, algo que la agraviada desmintió, asegurando que podía demostrarlo con fotografías.
Fuere como fuere, la extraordinaria situación denotaba una serie de carencias en las instalaciones que exponían a los visitantes a peligros insospechados. Por ejemplo, y siempre según las palabras de la trabajadora, los visitantes podían acercarse cuanto quisieran a las jaulas sin ningún tipo de seguridad.

Un indigente asesinado
En algún momento de de finales de la década de los 90, el Parque Loros del Sur, echa el cierre envuelto en innumerables polémicas y denuncias por irregularidades. Ello no impidió que fuera escenario de un macabro incidente unos cuantos años después. En la madrugada del 7 de noviembre de 2003, un indigente finlandés de 68 años fue asesinado entre las ruinas en las que se había convertido el recinto. Al parecer, según informa Diario de Avisos el 14 de noviembre, otro indigente, búlgaro y de 60 años, asestó una serie de golpes en la cabeza a su víctima. Para hacernos una idea de la brutalidad del suceso, baste apuntar que se empleó una barra de hierro y un martillo. El agredido, inicialmente trasladado a Hospiten Las Américas, fue derivado al hospital de La Candelaria, en Santa Cruz, donde estuvo seis días en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte. Finalmente falleció.
Un triste suceso que podría ser el epílogo de una historia que nunca tuvo buen comienzo. En cualquier caso, el final del Parque Loros del Sur se resiste a ser escrito. Ahí sigue, en total estado de abandono, emanando ciertos aires de nostalgia: lo que pudo ser y no fue. No parece haberse movido una piedra desde que cerró, y parece que así seguirá indefinidamente. Se convertirá en un heraldo de aquella próspera época del boom turístico, una época en que el sur de la isla era visto como una tierra de prosperidad. Pero también era un símbolo de lo que supuso aquel progreso, plagado de especulación, ambiciones absurdas y chabacanería.


El parque se encuentra en estado ruinoso.

Posible entrada al recinto.


El parque apenas puede identificarse con este rótulo.


Uno de los elementos que más llama la atención es esa jaula con el tamaño para meter un león.


Grandes espacios se abren tras las verjas. Se intuye la ejecución fallida de un ambicioso proyecto.


¿Hacia dónde llevaría esa escalera?



Un mini golf, entre los servicios para el visitante.


¿Un parque acuático? Al fondo a la izquierda hay algunas lanchas.
Captura de Google Maps. Vista aérea de las instalaciones.

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