Los cazadores de chemtrails atacan de nuevo. Esta vez haciéndose eco de sus teorías conspiranoicas disparatadas en un programa de notable audiencia como es Cuarto Milenio.
Recuerdo que los chemtrails (o trazas químicas) son aquellas inofensivas hileras de gases que dejan los aviones, básicamente vapor de agua, que sin embargo para los skywatchers, como así les gusta denominarse, constituyen todo un peligro para la salud. Su origen presuntamente se situaría en algún programa ultra secreto que pretende fumigar a las poblaciones con virus o sustancias tóxicas con no se sabe qué propósito.
El fenómeno, a pesar de haber sido desmitificado con sencillos razonamientos en multitud de ocasiones (ver minuto 5.40 del video adjunto), sigue generando numerosos seguidores, sobre todo en Internet (y quizás debido precisamente a ello) donde logran organizarse en comunidades para compartir y divulgar las más desquiciadas ideas.
El propio Iker Jiménez, al principio del citado reportaje, emitido el pasado día 16 de noviembre, se desmarca del asunto afirmando explícitamente que no cree nada de esto de los chemtrails. Para la ocasión contaron con uno de los más activos skywatchers: el “investigador” canario de chemtrails Antonio Leonardo. La cantidad de barbaridades que manifestó el caza-chemtrails se ponen de manifiesto en el siguiente video, que sólo es un aperitivo, por lo que aconsejo vivamente que se visionen los restantes que están igualmente disponibles en Youtube:
En este corte, Antonio Leonardo afirma que los chemtrails se utilizan “para el control del clima y de la población”. Sin embargo, no aporta una sola prueba en este sentido. Por tanto, sería legítimo hacerse algunas preguntas, como mínimo, ante tales aseveraciones:
¿Quién lleva a cabo esas fumigaciones? Los caza-chemtrails nunca responden de manera diáfana a esta cuestión. Se limitan a decir que son entidades gubernamentales o agencias supersecretas que están detrás de dichas entidades, para terminar de rizar el rizo.
¿Qué clase de sustancia es dispersada sobre la población? Tampoco hay concreción aquí. El propio Antonio Leonardo responde que se trata de “bario, aluminio, litio y otros productos”. Vamos…de todo un poco. Pero, ¿hasta qué punto estas sustancias son realmente dañinas? ¿A partir de qué proporción pueden llegar a serlo? ¿No se trata realmente de materias ya presentes en el entorno? El propio meteorólogo Jacob Petrus, participante en la mesa de debate que ayudó a introducir algo de cordura en el asunto, afirmó que no hace falta acudir a los chemtrails para explicar el origen de la gran cantidad de sustancias tóxicas que respiramos a diario. Basta tener en cuenta a los automóviles con los que compartimos a diario nuestra vida. Coches, motos, camiones…son la principal fuente de emisiones contaminantes en las ciudades.
¿Con qué propósito se llevan a cabo estas fumigaciones? Aquí, los conspiranoicos también apuntan a un crisol de finalidades: experimentar con los humanos como cobayas, controlar el clima, acelerar el calentamiento global, desacelerar el calentamiento global…Cualquier teoría minimamente inquietante les puede venir muy bien a los skywatchers para intentar consolidar sus teorías. Para intentar justificarlas acuden a algunos experimentos bien conocidos que sí se han producido, aunque en el ámbito militar o científico. Uno de esos casos sería el de un proyecto desarrollado por la OMS en 1970, en el que se intentaban verificar las consecuencias de rociar con 50 kilos de ántrax, desde una avioneta, una gran urbe. El resultado arrojaría la cifra de 100.000 muertos. Se trata de pruebas puntuales, acotadas y relativas al contexto de una investigación concreta. Los caza-chemtrails, sin embargo, afirman que todas las ciudades del mundo (todas aquellas en las que se han fotografiado estas trazas, es decir todas) son víctimas a diario de una perversa dispersión de materiales nocivos, lo cual constituiría un proyecto de manipulación de las personas increíblemente ambicioso, costosísimo y, sobre todo, muy poco secreto. El propio Antonio Leonardo supera todos los límites al afirmar en el programa de Cuatro que todo obedecería a un plan de aniquilación de la población. Según sus manifestaciones “en el futuro la población puede crecer demasiado y hay que buscar una forma de control. Estamos asistiendo al comienzo del programa de eugenesia”. Esto lo dice sin pestañear.
El señor Leonardo es muy dado a los excesos. Esta manifestación vertida en un foro de misterios es suya: “Guarden latas, el plan es matarnos de hambre, en guerras por los recursos y con enfermedades provocadas”. Hasta hace poco gestionaba un blog personal en el que publicaba un montón de fotos de gases de aviones a gran altura, en unos casos, o simplemente de nubes, en otros, haciéndolas pasar por pruebas que apuntarían a una complejísima teoría de la conspiración cuyo alcance, elementos, motivaciones, etc…nunca parecen estar claros. De hecho, los teóricos de este fenómeno tienen la extraña habilidad de mezclar el asunto de las hileras de los aviones, con el precio del petróleo, con el hambre en el mundo y con el cambio climático. Todo ello siempre en el contexto de un discurso tosco, inconsistente y ambiguo.
Para destacar el grado de paranoia creciente entre los defensores de esta bola de humo, no me resisto a resaltar una entrada de las muchísimas que produjo un hilo de debate sobre este tema, en el foro de la revista digital Angulo 13:
Chemtrails = Sequía = Hambre = Muerte
Chemtrails = Enfermedades respiratorias = Negocio = Muerte
Chemtrails = Antrax (en un futuro no muy lejano) = Muerte
Chemtrails = Eugenesia
Qué miedo.
A pesar de sus palabras iniciales, distanciándose prudentemente de la veracidad de este fenómeno, Iker Jiménez a la hora de concluir el referido debate lo hizo de una manera muy abierta e imprecisa, dejando como siempre una innecesaria puerta abierta al misterio. Esto provocó que los argumentos arrolladores del meteorólogo invitado, Jacob Petrus, que dejaron sin posibilidad de reacción al skywatcher, quedaran en agua de borrajas. Una lástima.
Recuerdo que los chemtrails (o trazas químicas) son aquellas inofensivas hileras de gases que dejan los aviones, básicamente vapor de agua, que sin embargo para los skywatchers, como así les gusta denominarse, constituyen todo un peligro para la salud. Su origen presuntamente se situaría en algún programa ultra secreto que pretende fumigar a las poblaciones con virus o sustancias tóxicas con no se sabe qué propósito.
El fenómeno, a pesar de haber sido desmitificado con sencillos razonamientos en multitud de ocasiones (ver minuto 5.40 del video adjunto), sigue generando numerosos seguidores, sobre todo en Internet (y quizás debido precisamente a ello) donde logran organizarse en comunidades para compartir y divulgar las más desquiciadas ideas.
El propio Iker Jiménez, al principio del citado reportaje, emitido el pasado día 16 de noviembre, se desmarca del asunto afirmando explícitamente que no cree nada de esto de los chemtrails. Para la ocasión contaron con uno de los más activos skywatchers: el “investigador” canario de chemtrails Antonio Leonardo. La cantidad de barbaridades que manifestó el caza-chemtrails se ponen de manifiesto en el siguiente video, que sólo es un aperitivo, por lo que aconsejo vivamente que se visionen los restantes que están igualmente disponibles en Youtube:
En este corte, Antonio Leonardo afirma que los chemtrails se utilizan “para el control del clima y de la población”. Sin embargo, no aporta una sola prueba en este sentido. Por tanto, sería legítimo hacerse algunas preguntas, como mínimo, ante tales aseveraciones:
¿Quién lleva a cabo esas fumigaciones? Los caza-chemtrails nunca responden de manera diáfana a esta cuestión. Se limitan a decir que son entidades gubernamentales o agencias supersecretas que están detrás de dichas entidades, para terminar de rizar el rizo.
¿Qué clase de sustancia es dispersada sobre la población? Tampoco hay concreción aquí. El propio Antonio Leonardo responde que se trata de “bario, aluminio, litio y otros productos”. Vamos…de todo un poco. Pero, ¿hasta qué punto estas sustancias son realmente dañinas? ¿A partir de qué proporción pueden llegar a serlo? ¿No se trata realmente de materias ya presentes en el entorno? El propio meteorólogo Jacob Petrus, participante en la mesa de debate que ayudó a introducir algo de cordura en el asunto, afirmó que no hace falta acudir a los chemtrails para explicar el origen de la gran cantidad de sustancias tóxicas que respiramos a diario. Basta tener en cuenta a los automóviles con los que compartimos a diario nuestra vida. Coches, motos, camiones…son la principal fuente de emisiones contaminantes en las ciudades.
¿Con qué propósito se llevan a cabo estas fumigaciones? Aquí, los conspiranoicos también apuntan a un crisol de finalidades: experimentar con los humanos como cobayas, controlar el clima, acelerar el calentamiento global, desacelerar el calentamiento global…Cualquier teoría minimamente inquietante les puede venir muy bien a los skywatchers para intentar consolidar sus teorías. Para intentar justificarlas acuden a algunos experimentos bien conocidos que sí se han producido, aunque en el ámbito militar o científico. Uno de esos casos sería el de un proyecto desarrollado por la OMS en 1970, en el que se intentaban verificar las consecuencias de rociar con 50 kilos de ántrax, desde una avioneta, una gran urbe. El resultado arrojaría la cifra de 100.000 muertos. Se trata de pruebas puntuales, acotadas y relativas al contexto de una investigación concreta. Los caza-chemtrails, sin embargo, afirman que todas las ciudades del mundo (todas aquellas en las que se han fotografiado estas trazas, es decir todas) son víctimas a diario de una perversa dispersión de materiales nocivos, lo cual constituiría un proyecto de manipulación de las personas increíblemente ambicioso, costosísimo y, sobre todo, muy poco secreto. El propio Antonio Leonardo supera todos los límites al afirmar en el programa de Cuatro que todo obedecería a un plan de aniquilación de la población. Según sus manifestaciones “en el futuro la población puede crecer demasiado y hay que buscar una forma de control. Estamos asistiendo al comienzo del programa de eugenesia”. Esto lo dice sin pestañear.
El señor Leonardo es muy dado a los excesos. Esta manifestación vertida en un foro de misterios es suya: “Guarden latas, el plan es matarnos de hambre, en guerras por los recursos y con enfermedades provocadas”. Hasta hace poco gestionaba un blog personal en el que publicaba un montón de fotos de gases de aviones a gran altura, en unos casos, o simplemente de nubes, en otros, haciéndolas pasar por pruebas que apuntarían a una complejísima teoría de la conspiración cuyo alcance, elementos, motivaciones, etc…nunca parecen estar claros. De hecho, los teóricos de este fenómeno tienen la extraña habilidad de mezclar el asunto de las hileras de los aviones, con el precio del petróleo, con el hambre en el mundo y con el cambio climático. Todo ello siempre en el contexto de un discurso tosco, inconsistente y ambiguo.
Para destacar el grado de paranoia creciente entre los defensores de esta bola de humo, no me resisto a resaltar una entrada de las muchísimas que produjo un hilo de debate sobre este tema, en el foro de la revista digital Angulo 13:
Chemtrails = Sequía = Hambre = Muerte
Chemtrails = Enfermedades respiratorias = Negocio = Muerte
Chemtrails = Antrax (en un futuro no muy lejano) = Muerte
Chemtrails = Eugenesia
Qué miedo.
A pesar de sus palabras iniciales, distanciándose prudentemente de la veracidad de este fenómeno, Iker Jiménez a la hora de concluir el referido debate lo hizo de una manera muy abierta e imprecisa, dejando como siempre una innecesaria puerta abierta al misterio. Esto provocó que los argumentos arrolladores del meteorólogo invitado, Jacob Petrus, que dejaron sin posibilidad de reacción al skywatcher, quedaran en agua de borrajas. Una lástima.
Comentarios
¡Lo que hay que oir!
:-P
De todas formas debo confesar que soy un ávido oyente de ese tipo de programas... A unos les da por la prensa rosa, a otros por el fúrbol, y a mi...
:-(
Salud
A ver si nos documentamos y nos informamos por nosotros mismos, con nuestras propias observaciones, y nos dejamos de oradores.
¿Cómo de grande ha de ser la estela para que te empiece a parecer extraña? ¿Te has parado tú a mirar cómo se expanden los gases emitidos por los aviones comerciales, transcurridos unos minutos?
Entiendo que los comentarios del señor Petrus resulten molestos porque son demoledores y realmente cierran el debate.