2009 es el año de Darwin. Se cumplen 150 años de la publicación de una obra que ha redefinido disciplinas como la biología y ha impulsado otras como la paleontología. Hablamos de El origen de las especies de Charles Darwin. La teoría de la evolución de las especies responde en gran medida a las grandes preguntas sobre los orígenes del hombre y ayuda a comprender su lugar dentro de la Naturaleza. Ya no es el centro de la Creación.
En la actualidad, y pese a ser una teoría corroborada hasta la saciedad por las evidencias, sigue siendo cuestionada por parte de algunos grupos. Se trata de un tema sangrante en lugares como Pensilvania (Estados Unidos) donde hasta hace poco las creencias religiosas pretendían sustituir al pensamiento científico en el sistema educativo; un peligroso proceso que, de consumarse, constituiría una grave amenaza para el conocimiento. De lograrse semejante despropósito, el ser humano tendría que renunciar a más de tres siglos de avances fundamentales en todas las áreas. Viviríamos en un mundo irreal, sin fundamentos, de verdades autoimpuestas y despótico. Sería como regresar a la Edad Media.
De ahí que en este año se reivindique el valor del pensamiento científico, encarnado en este caso en la Teoría Evolutiva, como el mejor sistema para comprender realidad. Se trata de un sistema que se autocorrige y que no admite verdades absolutas. Una de las cabezas visibles de esta batalla en pos de la cultura científica es Richard Dawkins, profesor de la Universidad de Oxford. Dawkins ha intervenido en varios documentales de gran éxito en los que pretende fomentar la actitud crítica ante determinados valores, sobre todo aquellos que tienen que ver con nuestra manera de analizar la realidad.
En una serie producida por el 4 Channel, aborda el fenómeno religioso al que llega a considerar como "la raíz de todo mal". Para Dawkins detrás de muchos conflictos internaciones se esconde una visión religiosa de la realidad y de la Historia. Se desplaza a lugares como Israel, descubriendo, tras entrevistas con imanes musulmanes y rabinos judíos, como existe una imposibilidad de diálogo que perpetuará determinado tipo de problemas. Cuando el discurso de las partes beligerantes se apoya en valores absolutos, cuando no hay margen para argumentar racionalmente, la posibilidad de diálogo se reduce a cero.
En una actitud algo extrema, Dawkins considera que la religión y la ciencia no pueden convivir; es más, son contradictorias .Se refiere a la fe como un virus que, en el sistema educativo, resulta especialmente peligroso. La mente de un niño es como un papel en blanco. Si en la escuela a la que acude (o en su propia casa) se le enseñan una serie de creencias religiosas, que van en contra de la realidad observable, las interiorizará como normales. Cuando sea adulto ahondará más en estas ideas, de las cuales no podrá ya desprenderse, y las transmitirá a sus hijos en una cadena sin fin.
Cómo ya apuntaba anteriormente, esta dinámica ya se está dando en algunas escuelas de los Estados Unidos, donde se ha ido constatando en los últimos tiempos un "revival" de las ideas creacionistas. Así, Dawkins entrevista a un profesor que afirma que enseña el Diluvio Universal como un hecho histórico porque fue lo que le enseñaron de niño. También comprueba como lo religioso se mezcla, o incluso desplaza, a lo científico en materias como la biología.
La lucha por el pensamiento científico que abandera Richard Dawkins es necesaria aunque también creo que es algo excesiva. Afirmar que la religión y la ciencia no pueden coexistir es algo extremo. La espiritualidad y la necesidad de trascendencia, al igual que otras expresiones que poco tienen que ver con lo científico como el arte, son consustanciales al ser humano. Difícilmente podrá desprenderse de ello. La religión en ocasiones proporciona respuestas rápidas que otorgan tranquilidad y tienen mucho que ver con la forma personal de ver el mundo. Se mezcla inextricablemente con los pensamientos y valores del individuo. No tiene porque renunciar a ello. Lo que de ninguna manera debe permitir una sociedad moderna y culta es que la religión sustituya a la ciencia.
En cualquier caso, el ateísmo que practica Dawkins resulta una forma saludable de enfrentarse a la vida, y ofrece alternativas a las grandes preguntas. El ateísmo, al margen de ser una herramienta para el discernimiento, lleva implícito toda una filosofía. En palabras del propio profesor de Oxford:
"La religión sólo puede proveer respuestas fáciles, en última instancia, poco satisfactorias. La ciencia, en constante búsqueda de explicaciones reales, revela la majestad de nuestro mundo en toda su complejidad.
La gente a veces dice: "debe haber algo más que solamente este mundo, que solamente esta vida". Pero, ¿cuánto más quieren?
Vamos a morir y eso nos hace afortunados. La mayoría nunca va a morir porque nunca va a nacer. El número de personas que podría estar aquí, en mi lugar, excede a la cantidad de granos de arena del Sahara.
Si piensa en todos los modos en que nuestros genes podrían permutar, usted y yo somos increíblemente afortunados de estar aquí. El número de eventos que tendrían que ocurrir para que existamos nos lleva a pensar que tenemos el privilegio de estar vivos y deberíamos aprovechar al máximo nuestro tiempo en este mundo".
En la actualidad, y pese a ser una teoría corroborada hasta la saciedad por las evidencias, sigue siendo cuestionada por parte de algunos grupos. Se trata de un tema sangrante en lugares como Pensilvania (Estados Unidos) donde hasta hace poco las creencias religiosas pretendían sustituir al pensamiento científico en el sistema educativo; un peligroso proceso que, de consumarse, constituiría una grave amenaza para el conocimiento. De lograrse semejante despropósito, el ser humano tendría que renunciar a más de tres siglos de avances fundamentales en todas las áreas. Viviríamos en un mundo irreal, sin fundamentos, de verdades autoimpuestas y despótico. Sería como regresar a la Edad Media.
De ahí que en este año se reivindique el valor del pensamiento científico, encarnado en este caso en la Teoría Evolutiva, como el mejor sistema para comprender realidad. Se trata de un sistema que se autocorrige y que no admite verdades absolutas. Una de las cabezas visibles de esta batalla en pos de la cultura científica es Richard Dawkins, profesor de la Universidad de Oxford. Dawkins ha intervenido en varios documentales de gran éxito en los que pretende fomentar la actitud crítica ante determinados valores, sobre todo aquellos que tienen que ver con nuestra manera de analizar la realidad.
En una serie producida por el 4 Channel, aborda el fenómeno religioso al que llega a considerar como "la raíz de todo mal". Para Dawkins detrás de muchos conflictos internaciones se esconde una visión religiosa de la realidad y de la Historia. Se desplaza a lugares como Israel, descubriendo, tras entrevistas con imanes musulmanes y rabinos judíos, como existe una imposibilidad de diálogo que perpetuará determinado tipo de problemas. Cuando el discurso de las partes beligerantes se apoya en valores absolutos, cuando no hay margen para argumentar racionalmente, la posibilidad de diálogo se reduce a cero.
En una actitud algo extrema, Dawkins considera que la religión y la ciencia no pueden convivir; es más, son contradictorias .Se refiere a la fe como un virus que, en el sistema educativo, resulta especialmente peligroso. La mente de un niño es como un papel en blanco. Si en la escuela a la que acude (o en su propia casa) se le enseñan una serie de creencias religiosas, que van en contra de la realidad observable, las interiorizará como normales. Cuando sea adulto ahondará más en estas ideas, de las cuales no podrá ya desprenderse, y las transmitirá a sus hijos en una cadena sin fin.
Cómo ya apuntaba anteriormente, esta dinámica ya se está dando en algunas escuelas de los Estados Unidos, donde se ha ido constatando en los últimos tiempos un "revival" de las ideas creacionistas. Así, Dawkins entrevista a un profesor que afirma que enseña el Diluvio Universal como un hecho histórico porque fue lo que le enseñaron de niño. También comprueba como lo religioso se mezcla, o incluso desplaza, a lo científico en materias como la biología.
La lucha por el pensamiento científico que abandera Richard Dawkins es necesaria aunque también creo que es algo excesiva. Afirmar que la religión y la ciencia no pueden coexistir es algo extremo. La espiritualidad y la necesidad de trascendencia, al igual que otras expresiones que poco tienen que ver con lo científico como el arte, son consustanciales al ser humano. Difícilmente podrá desprenderse de ello. La religión en ocasiones proporciona respuestas rápidas que otorgan tranquilidad y tienen mucho que ver con la forma personal de ver el mundo. Se mezcla inextricablemente con los pensamientos y valores del individuo. No tiene porque renunciar a ello. Lo que de ninguna manera debe permitir una sociedad moderna y culta es que la religión sustituya a la ciencia.
En cualquier caso, el ateísmo que practica Dawkins resulta una forma saludable de enfrentarse a la vida, y ofrece alternativas a las grandes preguntas. El ateísmo, al margen de ser una herramienta para el discernimiento, lleva implícito toda una filosofía. En palabras del propio profesor de Oxford:
"La religión sólo puede proveer respuestas fáciles, en última instancia, poco satisfactorias. La ciencia, en constante búsqueda de explicaciones reales, revela la majestad de nuestro mundo en toda su complejidad.
La gente a veces dice: "debe haber algo más que solamente este mundo, que solamente esta vida". Pero, ¿cuánto más quieren?
Vamos a morir y eso nos hace afortunados. La mayoría nunca va a morir porque nunca va a nacer. El número de personas que podría estar aquí, en mi lugar, excede a la cantidad de granos de arena del Sahara.
Si piensa en todos los modos en que nuestros genes podrían permutar, usted y yo somos increíblemente afortunados de estar aquí. El número de eventos que tendrían que ocurrir para que existamos nos lleva a pensar que tenemos el privilegio de estar vivos y deberíamos aprovechar al máximo nuestro tiempo en este mundo".
Comentarios