Es inevitable que, debido a las últimas catástrofes humanitarias que han tenido lugar en el mundo (Chile y Haití), enseguida nos asalten las dudas a quienes vivimos en zonas geologicamente inestables o con riesgo volcánico, como ocurre en Canarias.
El geólogo e investigador del CSIC, Juan Carlos Carracedo, ha publicado un artículo en el diario canario El Día, en el que en este sentido, tranquiliza a la población local e intenta prevenir frente a agoreros y voces alarmistas que, en muchos casos provenientes del campo científico, intentan reclamar más fondos para la investigación.
En el texto se advierte de la diferencia entre los terremotos tectónicos y los terremotos volcánicos. Los primeros obedecen a los tristes sucesos acaecidos en los dos países citados al comienzo. Son el producto del movimiento de las placas tectónicas durante un proceso de reajuste. Las regiones que viven al borde estas placas suelen verse muy afectadas.
Los movimientos de tipo volcánico son los que podrían tener lugar en Canarias, al igual que ocurre en Hawai, y están asociados a la actividad del magma en el interior de la Tierra. Éstos, según aclara Carracedo, son sucesos de menor entidad a los que han ocurrido en lugares como Chile, aunque no exentos de cierto riesgo. Es por ello que hay que hacer hincapié en una adecuada planificación urbanística que tenga en cuenta este peligro así como en unos ágiles protocolos de actuación ante una eventual erupción volcánica.
El geólogo pone el dedo en la llaga, al avisar del lamentable e irreparable daño que se podría ocasionar a la imagen de Canarias como destino turístico, más en los tiempos que corren. Aclara que "en la isla de Hawaii, mayor que todas las Canarias juntas, se producen terremotos con enorme frecuencia, muchos con magnitudes que superan los 7 grados, llegando a alcanzar M 7,9, y generando devastadores tsunamis. A pesar de ello y de mantener una actividad eruptiva prácticamente constante (la erupción del Pù u `O `o, un centro eruptivo del volcán Kilauea, transcurre sin interrupción desde 1983) seguimos considerando a Hawaii como un destino turístico seguro, muy atractivo y de primera importancia, un lugar que se aproxima al concepto que tenemos de paraíso".
El investigador ya advirtió del peligro de este tipo de alarmas cuando hace unos años saltó a los medios la catástrofe que podría ocasionar el derrumbe del volcán Cumbre Vieja. El detonante de la polémica fue el estudio llevado cabo por dos expertos, Simon Day y Steven N. Ward, en el que proponían el peor de los escenarios posibles para el volcán de La Palma en el que, como consecuencia de su desplome hacia el mar, se contemplaba la llegada de olas gigantes a las costas de Norteamérica.
Carracedo denunció la enorme campaña mediática llevada a cabo, que apoyaba las tesis de Day y Ward, afirmando que el estudio estaba financiado por el Benfield Hazard Research Centre; una institución que desarrollaba sus investigaciones al amparo de la compañía de seguros Benfield. La idea era la de crear un estado de psicosis exagerando un riesgo y vender seguros a una gran parte de la población estadounidense que, desde los sucesos del 11S, vive en un constante estado del miedo. Un perdida isla del Atlántico sirvió de pretexto para la campaña.
El referido artículo de Juan Carlos Carracedo puede leerse en la página web Actualidad Volcánica de Canarias.
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