Los relatos sobre apariciones de fantasmas y fenómenos paranormales son universales, pero ciudades como La Laguna parecen ser el hábitat perfecto para que este tipo de testimonios afloren en cada esquina. Quizás, porque su casco antiguo suma ya más de 500 años. Quizás porque la ciudad está levantada encima de una antigua laguna y nadie sabe aún a ciencia cierta que esconden sus cimientos. O quizás porque en sus primeros años de historia fue la urbe más importante del archipiélago, y por allí pasaron todas las grandes familias, cada una con su bagaje, con sus miserias y sus éxitos, sus luces y sus sombras. En sus largas calles adoquinadas aún parece que resuenan los ecos de historias extraordinarias que tuvieron que suceder hace cientos de años. Los antiguos edificios las flanquean solemnemente y parecen querer hablar a los viandantes. Cuando caminas por la calle San Agustín, una edificación destaca inevitablemente: el convento de San Agustín, adyacente a la Iglesia de la mis...