El Boletín de los Científicos Atómicos está evaluando la posibilidad de aletar nuevamente a la comunidad internacional a través de su conocido Reloj del Fin del Mundo (una ingeniosa metáfora sobre el estado del planeta en cuestiones medioambientales y armamentísticas).
La última maniobra se produjo en enero de 2007, cuando las manecillas se movieron desde los siete minutos anteriores a los cinco actuales respecto de la medianoche, momento que representa el colapso de la civilización. En aquella ocasión, los argumentos que llevaron a los científicos atómicos a tomar tal determinación eran de peso. Por un lado, el actual proceso del calentamiento global del planeta cuyos efectos serían comparables, a largo plazo, a los de una guerra nuclear (incrementos de temperatura, aumentos de los desastres naturales, hambrunas...). También contemplaban el avance inusitado de las biotecnologías y sus implicaciones en ámbitos como el terrorismo internacional. Hoy en día, un ciudadano resentido, con unos conocimientos básicos y una conexión vía internet a una universidad, podría descargarse la secuencia genética de un virus letal y resucitar enfermedades que se creían desaparecidas.
Por último, se hacía un análisis de la situación en cuanto al armamento nuclear existente en el planeta. La conclusión fue que, a pesar de las distensiones que provocó el fin de la Guerra Fría a principio de los años 90, momento en que el mundo parecía entrar en una etapa idílica donde ya no tendrían cabida los conflictos bélicos a gran escala (el politólogo Francis Funkuyama llegó a hablar de Fin de la Historia), las expectativas actuales no son muy alentadoras.
Cuando los científicos atómicos determinaron los cinco minutos finales del Reloj, en 2007, contemplaban un mundo en el que aún existían 26.000 cabezas nucleares (el 98% repartidas entre rusos y estadounidenses) y un preocupante escenario de "democratización" de este tipo de armas en el que el número de países que poseen o tienen la capacidad e intención de tener una bomba atómica se ha multiplicado en los últimos años (India, Pakistán, Israel, China, Corea del Norte, Francia, Inglaterra, Irán...). Ello ha propiciado un panorama de descontrol e incertidumbre alentado por un inquietante mercado negro de elementos para fabricar un artefacto nuclear a los que podría acceder un grupo terrorista. Los científicos atómicos manifestaban en 2007 que estábamos entrando en la Segunda Edad Nuclear.
Corea del Norte y el Reloj
En los últimos dos años se han dado en el mundo algunas circunstancias que han reabierto el debate en el seno del Boletín y la conveniencia de mover las agujas del Reloj; y es que, a pesar de las llamadas a lograr un mundo libre de armas por parte de importantes personajes de la política, podría estar comenzando una nueva carrera armamentística.
Las principales preocupaciones las centran Irán y Corea del Norte. Irán, con una actitud absolutamente desafiante de cara a la comunidad internacional está llevando a adelante un ambicioso programa que incluye 7.000 centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio, según su presidente Mahmud Ahmadineyad, para uso civil. Algunos expertos consideran que 2009 será el año en el que la república islámica obtenga su primera bomba atómica.
Corea del Norte llevó a cabo su segunda detonación nuclear el pasado 25 de mayo (la primera fue realizada en octubre de 2006). Pese a las dudas que presentó inicialmente la naturaleza de la prueba, algunos expertos dudaban de que efectivamente se hubiera llevado cabo, los últimos datos confirman que fue real y provocó un sismo en la zona de 4,6 grados en la escala de Ritcher. La energía liberada fue mayor al del test de 2006 aunque no llegó al de la bomba de Hiroshima.
Con esta prueba, Corea del Norte le decía a Estados Unidos (Bush había incluido al país asiático en su tristemente famoso Eje del Mal) que estaban preparados para la guerra. En el fondo, lejos de una declaración literal de guerra, se trata de una retórica muy hábil que emplea su presidente Kim Jong para obtener una posición de ventaja en las negociaciones que están intentando llevar a cabo desde hace tres años con Rusia, Estados Unidos, Japón, China y Corea del Sur. Corea del Norte recibe ayudas si renuncia a su programa nuclear. Hasta ahora ha recibido decenas de miles de toneladas de fuel sin ceder en uno de los puntos clave: el desmantelamiento del reactor de Yongbyon
Corea del Norte juega a tensar la cuerda hasta el máximo y luego vuelve a la mesa del diálogo. Ahora, después de un peligroso lanzamiento balístico (el Taepodong, cuyo alcance incluiría Alaska) el pasado abril, y que puso activó los sistemas de defensa japonenes y estadounidenses, y el referido ensayo nuclear,vuelven a las negociaciones.
Otros escenarios contemplados por los científicos atómicos incluyen a Pakistán, que posee 50 cabezas nucleares. Si el problema nuclear en los países con sistemas políticos estables preocupa, en los que tienen existen frágiles regímenes, susceptibles de un golpe de estado o bajo el yugo del terrorismo de corte islamista, el asunto se torna sangrante. Pakistán está gobernado por un partido que podríamos considerar como moderado (Partido del Pueblo Pakistaní) pero no pocos grupos radicales que odian a Occidente, aspiran a subir al poder, algo que podría ocurrir en cualquier momento. Si ello pasara, un intercambio atómico con la vecina India (otra potencia nuclear, odiada por los islamistas radicales) no sería descabellado. En tal caso se activaría el sistema de relaciones internacionales (China, Israel, Rusia, Estados Unidos...) y una escalada, en principio local, adquiriría proporciones globales con consecuencias inimaginables. Las guerras nucleares "locales" no existirán.
Rusia y Estados Unidos, hacia la distensión
Por contra, y tras la subida al poder en Estados Unidos de Barack Obama, parece que se inicia una nueva era en las relaciones ruso-americanas. Ambas potencias parecen apostar firmemente por un mundo libre de armas nucleares. Ello queda patente en las recientes negociaciones que están llevando a cabo Obama y Mendevev; una nueva agenda dentro del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares que han iniciado en julio y finalizará el próximo mes de diciembre.
Los acuerdos llegan después de algunos encontronazos entre los anteriores líderes, Bush y Putin, propiciados en gran medida por la obstinación del primero en llevar a cabo su ambicioso programa de escudo antimisiles que incluiría emplazamientos en antiguos países satélites de la ex-Unión Soviética (Polonia y República Checa). Putín respondió afirmando, en octubre de 2007, que si se llevaba a cabo tal proyecto "apuntaría con sus misiles a Europa". Unas declaraciones que nos retrotraían a los tiempos de la crisis de los misiles de Cuba de 1962.
Paradojicamente, los viejos enemigos estrechan sus manos para enterrar sus armas pero una nueva escalada parece iniciarse en lugares del mundo que constituyen un auténtico polvorín. Los científicos atómicos concluyen que el riesgo de un conflicto nuclear no es mayor que el de hace dos años pero también dicen que el Reloj del Fin del Mundo sigue haciendo tic-tac.
El artículo del Boletín de los Científicos Atómicos se puede leer aquí.
La última maniobra se produjo en enero de 2007, cuando las manecillas se movieron desde los siete minutos anteriores a los cinco actuales respecto de la medianoche, momento que representa el colapso de la civilización. En aquella ocasión, los argumentos que llevaron a los científicos atómicos a tomar tal determinación eran de peso. Por un lado, el actual proceso del calentamiento global del planeta cuyos efectos serían comparables, a largo plazo, a los de una guerra nuclear (incrementos de temperatura, aumentos de los desastres naturales, hambrunas...). También contemplaban el avance inusitado de las biotecnologías y sus implicaciones en ámbitos como el terrorismo internacional. Hoy en día, un ciudadano resentido, con unos conocimientos básicos y una conexión vía internet a una universidad, podría descargarse la secuencia genética de un virus letal y resucitar enfermedades que se creían desaparecidas.
Por último, se hacía un análisis de la situación en cuanto al armamento nuclear existente en el planeta. La conclusión fue que, a pesar de las distensiones que provocó el fin de la Guerra Fría a principio de los años 90, momento en que el mundo parecía entrar en una etapa idílica donde ya no tendrían cabida los conflictos bélicos a gran escala (el politólogo Francis Funkuyama llegó a hablar de Fin de la Historia), las expectativas actuales no son muy alentadoras.
Cuando los científicos atómicos determinaron los cinco minutos finales del Reloj, en 2007, contemplaban un mundo en el que aún existían 26.000 cabezas nucleares (el 98% repartidas entre rusos y estadounidenses) y un preocupante escenario de "democratización" de este tipo de armas en el que el número de países que poseen o tienen la capacidad e intención de tener una bomba atómica se ha multiplicado en los últimos años (India, Pakistán, Israel, China, Corea del Norte, Francia, Inglaterra, Irán...). Ello ha propiciado un panorama de descontrol e incertidumbre alentado por un inquietante mercado negro de elementos para fabricar un artefacto nuclear a los que podría acceder un grupo terrorista. Los científicos atómicos manifestaban en 2007 que estábamos entrando en la Segunda Edad Nuclear.
Corea del Norte y el Reloj
En los últimos dos años se han dado en el mundo algunas circunstancias que han reabierto el debate en el seno del Boletín y la conveniencia de mover las agujas del Reloj; y es que, a pesar de las llamadas a lograr un mundo libre de armas por parte de importantes personajes de la política, podría estar comenzando una nueva carrera armamentística.
Las principales preocupaciones las centran Irán y Corea del Norte. Irán, con una actitud absolutamente desafiante de cara a la comunidad internacional está llevando a adelante un ambicioso programa que incluye 7.000 centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio, según su presidente Mahmud Ahmadineyad, para uso civil. Algunos expertos consideran que 2009 será el año en el que la república islámica obtenga su primera bomba atómica.
Corea del Norte llevó a cabo su segunda detonación nuclear el pasado 25 de mayo (la primera fue realizada en octubre de 2006). Pese a las dudas que presentó inicialmente la naturaleza de la prueba, algunos expertos dudaban de que efectivamente se hubiera llevado cabo, los últimos datos confirman que fue real y provocó un sismo en la zona de 4,6 grados en la escala de Ritcher. La energía liberada fue mayor al del test de 2006 aunque no llegó al de la bomba de Hiroshima.
Con esta prueba, Corea del Norte le decía a Estados Unidos (Bush había incluido al país asiático en su tristemente famoso Eje del Mal) que estaban preparados para la guerra. En el fondo, lejos de una declaración literal de guerra, se trata de una retórica muy hábil que emplea su presidente Kim Jong para obtener una posición de ventaja en las negociaciones que están intentando llevar a cabo desde hace tres años con Rusia, Estados Unidos, Japón, China y Corea del Sur. Corea del Norte recibe ayudas si renuncia a su programa nuclear. Hasta ahora ha recibido decenas de miles de toneladas de fuel sin ceder en uno de los puntos clave: el desmantelamiento del reactor de Yongbyon
Corea del Norte juega a tensar la cuerda hasta el máximo y luego vuelve a la mesa del diálogo. Ahora, después de un peligroso lanzamiento balístico (el Taepodong, cuyo alcance incluiría Alaska) el pasado abril, y que puso activó los sistemas de defensa japonenes y estadounidenses, y el referido ensayo nuclear,vuelven a las negociaciones.
Otros escenarios contemplados por los científicos atómicos incluyen a Pakistán, que posee 50 cabezas nucleares. Si el problema nuclear en los países con sistemas políticos estables preocupa, en los que tienen existen frágiles regímenes, susceptibles de un golpe de estado o bajo el yugo del terrorismo de corte islamista, el asunto se torna sangrante. Pakistán está gobernado por un partido que podríamos considerar como moderado (Partido del Pueblo Pakistaní) pero no pocos grupos radicales que odian a Occidente, aspiran a subir al poder, algo que podría ocurrir en cualquier momento. Si ello pasara, un intercambio atómico con la vecina India (otra potencia nuclear, odiada por los islamistas radicales) no sería descabellado. En tal caso se activaría el sistema de relaciones internacionales (China, Israel, Rusia, Estados Unidos...) y una escalada, en principio local, adquiriría proporciones globales con consecuencias inimaginables. Las guerras nucleares "locales" no existirán.
Rusia y Estados Unidos, hacia la distensión
Por contra, y tras la subida al poder en Estados Unidos de Barack Obama, parece que se inicia una nueva era en las relaciones ruso-americanas. Ambas potencias parecen apostar firmemente por un mundo libre de armas nucleares. Ello queda patente en las recientes negociaciones que están llevando a cabo Obama y Mendevev; una nueva agenda dentro del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares que han iniciado en julio y finalizará el próximo mes de diciembre.
Los acuerdos llegan después de algunos encontronazos entre los anteriores líderes, Bush y Putin, propiciados en gran medida por la obstinación del primero en llevar a cabo su ambicioso programa de escudo antimisiles que incluiría emplazamientos en antiguos países satélites de la ex-Unión Soviética (Polonia y República Checa). Putín respondió afirmando, en octubre de 2007, que si se llevaba a cabo tal proyecto "apuntaría con sus misiles a Europa". Unas declaraciones que nos retrotraían a los tiempos de la crisis de los misiles de Cuba de 1962.
Paradojicamente, los viejos enemigos estrechan sus manos para enterrar sus armas pero una nueva escalada parece iniciarse en lugares del mundo que constituyen un auténtico polvorín. Los científicos atómicos concluyen que el riesgo de un conflicto nuclear no es mayor que el de hace dos años pero también dicen que el Reloj del Fin del Mundo sigue haciendo tic-tac.
El artículo del Boletín de los Científicos Atómicos se puede leer aquí.
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